
Hace unos meses te animábamos, a través de este post, a colaborar en la campaña creada en la plataforma web Change.org por la ONG Ayuda en Acción, cuyo objetivo era proponer como candidata al premio Nobel de la Paz a Malala Yusufzai, una joven paquistaní que recibió un disparo de los talibanes por defender el derecho a la educación de las niñas.
Hoy, estamos muy contentos de poder contarte que las firmas de más de 80.000 personas en España se han sumado a las más de 280.000 recogidas en todo el mundo y han hecho posible que esta joven activista sea ya una firme candidata a este importante reconocimiento internacional.
Seguro que la protagonista de esta historia ha recibido con entusiasmo su candidatura a los Nobel en Reino Unido, donde se ha sometido recientemente a dos intervenciones quirúrgicas para implantarle una placa de titanio en su cabeza y un implante que, previsiblemente, le hará recuperar la audición en su oído izquierdo.
Malala supone un ejemplo para millones de mujeres y niñas en todo el mundo que no tienen acceso a la educación, por el simple hecho de ser lo que son: mujeres. En este sentido, según la ONG Ayuda en Acción, el 60% de todos los menores sin escolarizar en el mundo son niñas y tienen una mayor presión social para abandonar sus estudios en entornos de pobreza.
La educación de las niñas en el mundo
Además, por increíble que nos parezca, en muchas culturas, la educación de las niñas se sigue percibiendo como algo que no es necesario. A esto se une que en muchos países la edad media de casamiento está entre los 14 y los 17 años, momento en el que las jóvenes se ven obligadas a abandonar la escuela. Y lo mismo sucede si se quedan embarazadas, cosa que no ocurre con los chicos que son padres a la misma edad. En este contexto, muchas familias ven el ambiente de la escuela, en el que las chicas se relacionan con sus compañeros y maestros varones, como un riesgo para su ‘valor matrimonial’.
En esta misma línea, la ONG alerta de que en momentos de pérdidas de ingresos o crisis económica, la educación es de las primeras necesidades en ser eliminadas, y una vez más, las niñas dejan la escuela antes que sus hermanos, porque se entiende que dentro del hogar pueden aprender fácilmente lo que necesitan y además asumen tareas de cuidado.
Son solo algunos ejemplos de cómo las mujeres y niñas tienen menor acceso al sistema educativo en el mundo, algo que ha vivido nuestra protagonista, Malala, en primera persona, tanto que ha visto peligrar su vida por luchar para ejercer ese derecho.
Pero afortunadamente hoy podemos celebrar el triunfo de Malala, porque su lucha individual se ha traducido en la conquista del derecho a la educación para muchas otras niñas y mujeres que, como ella, sueñan con un mundo en el que no importe ser hombre o mujer, en el que todos los seres humanos podamos vivir en igualdad. Y en paz.