Turquía lucha por el cambio: cinco mujeres mueren cada día por violencia de género

La parlamentaria turca Safak Pavey
Foto: Jorge Villa Bolaños

Las muertes de mujeres por ‘defensa de la honra’ son muy habituales en mi país. De nuevo, Turquía aparece en el tercer puesto del ranking de muertes de mujeres por esta causa, detrás de Pakistán y de Palestina

Así lo aseguraba recientemente a Servimedia la parlamentaria turca Safak Pavey. De hecho, contó la historia de dos hermanos, un hombre y una mujer, que, si no a todos los presentes, a la mayoría emocionó y puso los pelos de punta. Según narró, la joven pidió en la radio una canción romántica que a su familia no le pareció apropiada, acto que le llevó a perder la vida a manos de su hermano.

La situación en el país de esta diputada, pese a que se intenta hacer todo lo posible para asumir la legislación de la Unión Europea, aseguraba, es complicada. La sociedad sigue anclada en el respeto a las tradiciones, algo que «pesa muchísimo» y que cuesta cambiar, aunque sí señalaba que las mujeres están comenzando a enfrentarse a esta realidad para salir de la opresión en la que viven.

Pavey es una persona muy conocida en Turquía, pues fue la que logró que allí las mujeres pudiesen por fin vestir pantalón. Os preguntaréis cómo lo consiguió, pero ella misma lo explicó sin problema y de manera clara:

Se lo debo a mi pierna ortopédica, que está conmigo desde los 19 años, cuando sufrí un accidente en un tren en el que también perdí un brazo. A los parlamentarios les pareció que era mejor que no se viera la prótesis y de esta forma se permitió a las diputadas que llevaran pantalones

De todas formas, apuntaba, no renuncia a llevar falda excepto en ocasiones en las que tiene que visitar países en los que las guerras han hecho que personas pierdan sus extremidades y no tienen “la suerte” de contar con una prótesis como ella.

Pavey vino a España para participar en la Conferencia Sectorial ‘La Confianza en las Mujeres: Una respuesta a los retos del siglo XXI’ de la ONCE y su Fundación, donde aportó su propia visión personal, tanto como mujer como por ser una persona con discapacidad, doble dificultad en el país turco.

Soy una persona con discapacidad en un lugar en el que la discapacidad femenina es invisible. La discapacidad es considerada como una blasfemia

Así lo denunciaba la parlamentaria, una mujer que demuestra cada día su lucha y empeño no sólo por lograr la igualdad entre hombres y mujeres, sino también para alcanzar la visibilidad de la discapacidad. Se ha tenido que enfrentar a muchas personas, muchos hombres que han tratado de desmoralizarla y la han tachado de blasfema. De hecho, manifestó que un parlamentario publicó un tuit en la red social Twitter que decía que Dios ya la había castigado por blasfema, haciendo que perdiera una pierna y que, sin embargo, seguía blasfemando porque no se había escondido en un rincón sino que había llegado hasta el Parlamento.

Sin embargo, el efecto es el contrario. Cada insulto, falta de respeto o intento de hundirla es lo que confesaba le otorga más fuerza para seguir adelante y luchar. Lo necesario, explicaba, es que existan líderes de opinión que sean “combativos en materia de igualdad, de derechos humanos”, personas con influencia que se esfuercen para defender a todos. La diversidad es lo que enriquece.

Ser diferente no significa ser inferior o menos capaz, motivo por el que todos deberíamos luchar para concienciar y hacer de esto no sólo teoría, sino práctica en nuestro día a día.