
Un total de 1.928 hectáreas. Esa es la extensión que ocupa el último representante en España de un ecosistema denominado tablas fluviales. Hoy, nuestra imagen de la semana la protagonizan las Tablas de Daimiel, que están estos días de enhorabuena, porque celebran su 40 cumpleaños como Parque Nacional.
Las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real, son también una Reserva de la Biosfera desde 1981, Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) desde 1988 y Humedal de Importancia Internacional por el Convenio Ramsar desde 1982. Además de todos estos títulos, este enclave natural puede presumir de su gran belleza, de haberse convertido en uno de los ecosistemas más valiosos de nuestro planeta y de ser escenario de paso obligado para miles de aves durante sus rutas migratorias.
Y decimos que se trata de un entorno único, porque se forma a raíz de un fenómeno poco común en la naturaleza: el desbordamiento de los ríos Guadiana y Cigüela favorecido por la escasa pendiente del terreno. En este entorno, se crea un lugar privilegiado para la conservación de la biodiversidad.
Tan importante es este paraje que recientemente las organizaciones Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife, WWF y la Asociación Ojos del Guadiana Vivos han presentado ante el Patronato del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel una propuesta de ampliación que incluiría el cauce público de río Guadiana hasta los Ojos del Guadiana.
Tras unos años de sequía, desde 2010 las Tablas de Daimiel han recuperado su funcionalidad ecológica, lo que ha permitido de nuevo que miles de aves ligadas a los ecosistemas acuáticos vuelvan a arraigar en este mar de agua dulce que encontramos en plena llanura manchega.
Los taray, las masas de masiega o los ánades reales que sobrevuelan sus cielos son especies características del lugar, tanto como las gentes que han vivido y trabajado en ellas durante décadas, demostrando que es perfectamente compatible el cuidado del medio ambiente con la actividad humana.
Si te animas a visitar el humedal, encontrarás aún en una de sus cinco islas la casa en la que vivió durante toda su vida el primer guarda forestal del lugar, Bautista García Consuegra, cuyos hijos aún navegan en barquichuelas por Las Tablas con el chapoteo de los patos como única música de fondo.
Desde aquí queremos felicitar a este entrañable cuarentón que este año celebra su aniversario repleto de agua, lleno de vida y en todo su esplendor, mirando desafiante hacia el futuro con la esperanza de seguir muchos más años siendo el custodio de una inmensa riqueza natural, cultural y social. ¡Enhorabuena!