Un tercio de los pacientes con Alzheimer no es consciente de que tiene la enfermedad y se cree autosuficiente

cerebroUno de cada tres pacientes con Alzheimer no es consciente de que tiene la enfermedad y, por tanto, se considera autosuficiente y con plenas capacidades para realizar las tareas cotidianas de su día a día.

Esta circunstancia, conocida como anosognosia, se está convirtiendo en una preocupación importante para la comunidad médica, porque tiene consecuencias negativas tanto a nivel personal del paciente como a nivel familiar y social.

Según explican los expertos, la prevalencia de la anosognosia va ligada a la gravedad de la demencia y en las fases iniciales del Alzheimer se suele dar en alrededor de un 20% de los casos; cuando el Alzheimer es moderado se presenta en el 50% de los pacientes y cuando la demencia es grave, la pérdida neuronal de la persona con Alzheimer hace difícil discernir la falta de consciencia y el déficit en sí.

Por tanto, se deduce que cuanto mayor es el deterioro cognitivo, menos consciente de sus limitaciones es la persona que ha desarrollado la enfermedad. Esto tiene repercusiones en el diagnóstico del Alzheimer y su posterior tratamiento; puesto que la anosognosia en la fase inicial de la enfermedad suele provocar un retraso en el acceso a servicios médicos especializados, porque la persona con Alzheimer se ve a sí misma capaz de realizar todas sus tareas cotidianas y niega que exista ninguna dificultad.

Además, puede llevar aparejada la negación del paciente a seguir un tratamiento; que esconda la medicación o que se niegue a realizar las necesarias visitas al especialista.

Por otro lado, como la persona con anosognosia no es consciente de que ha desarrollado una demencia, realiza actividades que pueden poner en riesgo su propia vida y también la de quienes tiene a su alrededor, como por ejemplo conducir o alejarse demasiado de las zonas que su entorno controla.

Esto produce, asimismo, un trastorno para cuidadores y familiares que tienen que invertir mucho más tiempo y esfuerzos en la supervisión y asistencia de la persona con Alzheimer, lo que les provoca también un mayor agotamiento físico y mental, así como un coste emocional, debido al permanente enfrentamiento que se produce entre cuidador y paciente .

Por eso los expertos califican de “fundamental” que a los cuidadores se les forme y capacite en estrategias y habilidades para poder manejar la conducta del paciente y se les preste el asesoramiento necesario para no incrementar la carga física y emocional que ya de por sí implica convivir con el Alzheimer.