
En el estómago o en el intestino, o incluso en la nariz. Desde estos rincones de nuestra anatomía es desde donde saltan los priones hasta llegar a los centros cerebrales del movimiento.
Esta es la última hipótesis defendida en varios estudios que lideran diferentes científicos españoles en la investigación del Parkinson.
Curioso, ¿verdad? Pues bien, esta teoría cada vez cobra más sentido. Te explicamos: tras diferentes trabajos de investigación, se ha comprobado que muchos de los enfermos de Parkinson recuerdan haber tenido problemas digestivos hasta 20 años antes del diagnóstico.
Estreñimiento, digestiones pesadas o incluso menos capacidad para captar olores son algunos de los síntomas que revolucionaron la visión de la enfermedad desde el punto de vista científico.
Así se recogió en los estudios llevados a cabo por el equipo del médico alemán Heiko Braak, que señalaban cómo la mayor parte de los casos esporádicos de Parkinson no comenzaban en el cerebro, sino fuera de él.
Fue en el año 2010 cuando Francisco Pan-Montojo, neurólogo e investigador español, demostró que la hipótesis de Braak era, al menos, viable, y lo probó con un pesticida.
Esa sustancia es la rotenona, un pesticida natural ya retirado. El equipo de Pan-Montojo puso enormes dosis de rotenona en el estómago de ratones y se comprobó cómo esta provocaba acúmulos de alfa sinucleína que iban ascendiendo del intestino al cerebro y podían saltar de célula a célula. Por tanto, esto daba base a la hipótesis de Braak.
Asimismo, se empezó a barajar la idea de que la alfa sinucleína actuase como un prión, proteína con características tan especiales que es capaz de cambiar la estructura de otras proteínas haciendo que se propague, como sucede con el mal de las vacas locas, por ejemplo.
Esto es debido a que la alfa sinucleína es capaz de saltar de célula a célula, puede cambiar la conformación de alfa sinucleína sana y, especialmente, es capaz de iniciar y desarrollar por sí sola la enfermedad.
Eso sí, en ningún caso se ha demostrado que la enfermedad pueda ser contagiosa de uno a otro individuo.
En conclusión, si la alfa sinucleína actúa como un prión, la hipótesis de Braak, es decir, la idea de que el Parkinson no comienza en el cerebro, sino en el intestino podría ser la última explicación de esta enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas.