El reloj del cuarto de millón

Ayer en el Monte de Piedad todo pronosticaba que sería una buena tarde para la subasta. La gente esperaba silenciosa a que empezase la puja, con esa calma tensa que dan los nervios del que puede lograr lo que pretende pero también perderlo por muy poco.

Comenzaron a salir los lotes, a sonar las pujas y a verse las manos levantadas. Buenas adquisiciones, como ese impresionante Cartier de cuarzo modelo Panthére, aunque no fue hasta unos lotes después, en el 131, cuando el público se concentró al máximo y abrió sus pupilas.

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Ante sus ojos, un reloj de oro de tipo lepine de la firma Patek Philippe. Oro amarillo, sin tapa para proteger el cristal, dos discos móviles y la esfera redonda y metalizada con detalles en esmalte en la parte central. Su numeración mixta y las agujas en forma de flecha lo convierten en una pieza muy deseada por los coleccionistas y así se demostró ayer, como nos comenta Elena Muñoz, la subastadora de la sesión. “Hemos batido records, el del Monte de Piedad y el mío propio también. Así que imagínate, ha sido algo muy emocionante. Intuía que podía ser una subasta interesante. Los días previos ves que hay muchas expectación. Intuyes que va a haber muchas pujas y sabía que sería una subasta dura y reñida, pero en ningún momento pensábamos que el reloj podría alcanzar los 240.000 euros”, asegura.

El reloj, que partía con un precio de 4.000 euros, había subido significativamente de valor los días previos hasta alcanzar los 22.500 euros. Algo habitual ante este tipo de piezas de coleccionista. Sin embargo, en solo tres o cuatro minutos, cinco pujadores silenciaron al resto y cerraron su competición por llevarse el reloj: 50.000, 80.000, 100.000, 200.000 euros…

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Las pujas subían a toda velocidad, Elena dirigía la sesión con precisión, manteniendo el ritmo y atenta a todas las ofertas. Finalmente, se alzó la última voz: 240.000 euros. Un récord que trae buenas noticias no solo para el que consiguió llevarse el preciado reloj a casa.“Siempre es una satisfacción el trabajo bien hecho –explica Elena-, pero en este caso aún más por tres motivos. El comprador ha adquirido un gran reloj que tiene proyección de futuro; el vendedor se va a encontrar con unos ingresos muy superiores a lo que esperaba y que seguramente necesitaba y, en nuestro caso, porque vamos a poder destinar más dinero a nuestro proyectos sociales”.

Efectivamente, cuando una pieza alcanza en subasta un precio mayor que el de salida, el grueso del beneficio es para la persona que la empeñó. Pero, además, la comisión que se obtiene de la venta permite a la Fundación Montemadrid seguir financiando sus proyectos sociales y culturales. Así es como mucha gente con necesidades económicas puntuales logra, a través de empeños y subastas, unos ingresos muy útiles y oportunos.