El pasado 26 de septiembre, Javier recogió el XI Premio de Poesía Joven de RNE y la Fundación Montemadrid por su poemario Ciudad cero, un trabajo que comenzó con una beca y ha acabado siendo editado y distribuido por la editorial Pre-Textos, gracias a este galardón que reconoce cada año a autores menores de 30 años y potencia el talento joven.
Albacetense afincado en México, publicó en 2015 Los vértices del tiempo, fue uno de los coordinadores del Festival Poético Fractal y es el responsable de los programas STEAM al otro lado del charco. Hablamos con él sobre esta experiencia, su trabajo y su visión sobre el panorama poético actual.
¿Cómo te enteraste de que habías ganado el Premio de Poesía Joven?
Pues era temprano todavía en México, me desperté y puse en marcha mi rutina. Lavar platos, preparar café. Luego de eso, me entró un mensaje de mi madre para que pusiera el chip español en el móvil. Y ya sonó el teléfono con todo el jurado al otro lado para darme la noticia.
¿Qué ha supuesto el Premio en tu carrera profesional?
En general creo que los premios son un impulso y, en poesía en particular, conlleva que tu libro reciba una atención extra que de otra manera siempre es más difícil de obtener. Es una experiencia inolvidable.
Has contado en alguna ocasión que Ciudad Cero surgió a raíz de la beca para Jóvenes Creadores de la Fundación Antonio Gala. ¿Cómo fue este proceso?
La Fundación Antonio Gala realiza una labor muy singular y le debo mucho. Se presentan proyectos llegados desde todas partes de España y del mundo, con el único requisito de que el trabajo a realizar sea en español. Te conceden una beca de 7 meses para que desarrolles ese proyecto sin más preocupaciones que leer, charlar con tus compañeros, escribir y pensar. A mí, en lo personal, me sirvió para deconstruir la manera en la que entendía mi escritura y ampliar mi visión sobre la creación, esto último gracias a mis compañeros de promoción que fueron esenciales.
El jurado describió tu obra como “un trabajo maduro que evoca poderosas imágenes”. ¿Puedes contarnos más sobre ella?
Es un libro que quiere hablar, desde el lenguaje de la poesía, sobre la relación entre el espacio y el individuo y más específicamente, de todo aquello que se desgaja de este hecho, es decir, la identidad, los afectos, la movilidad, el lenguaje y las relaciones de familia. Es un libro muy introspectivo donde las ciudades son el escenario de estos temas.
En 2015 publicaste el poemario Los vértices del tiempo. ¿Crees que tu técnica ha cambiado mucho desde entonces?
Sin duda. Esto es también a consecuencia de la experiencia en la Fundación Antonio Gala, donde descubrí otras maneras de acercarme a los textos, quizá más reposadas. Me ayudó a tener una visión más precisa de los poemas, tanto en el conjunto del libro como en los mecanismos concretos del poema.
El Festival Poético Fractal, del que fuiste organizador, era un festival multidisciplinar en el que la poesía como protagonista se ligaba con otras disciplinas. ¿Qué supuso este proyecto al ámbito cultural?
Fractal supuso un gran trabajo y una experiencia muy grata. Fue un festival que tuvo la vocación de visibilizar el trabajo artístico que se hacía (y se hace) en Albacete, donde la cultura no es impulsada por las instituciones tanto como su tejido social y artístico demanda. Teníamos un interés por las conexiones entre las artes plásticas, las artes visuales, el teatro y la literatura; y la poesía fungió como nexo de todas. Muchos artistas de la ciudad que antes no se hablaban empezaron a colaborar entre ellos. Y eso es algo que perdura, más allá de que el festival ya no se realice.
En el panorama artístico poético estamos en un momento de profundo intercambio y de una multiplicidad de voces muy rica
Eres el responsable de programas STEAM del Laboratorio de Ciudadanía Digital en México. ¿En qué consiste?
El Laboratorio de Ciudadanía Digital es una plataforma de formación de niñas, niños y jóvenes en el uso de la tecnología como una herramienta de desarrollo humano. En concreto, dentro del programa STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, por sus siglas en inglés) desarrollamos talleres sobre estas materias con un enfoque lúdico y con una aplicación a nuestra cotidianidad.
¿Cómo ves el panorama artístico poético actual?
Vibrante. Creo que estamos en un momento de profundo intercambio y de una multiplicidad de voces muy rica. Por citar algunos ejemplos, me entusiasma la manera de contar el mundo rural de María Sánchez; el acercamiento de Pablo García Casado a la industria del porno; las teorías queer en la voz de Ángelo Néstore o cómo nombrar la pérdida por Piedad Bonnet. Como lector me interesa mucho.
¿Hacia dónde crees que está evolucionando?
Ahondando un poco en lo que comentaba, la poesía se está atreviendo a ocupar espacios antes “poco poéticos”, quizá más reservados a otro tipo de géneros, y a arrastrar al lenguaje consigo. Esa fricción creo que nos va a traer buenas lecturas. Sospecho que por ahí seguirá abriéndose la brecha.
Punto de fuga
En las esquinas últimas del mundo,
en las afueras líquidas
donde se precipita la ciudad
y cae, sin ser vista, en un tierno desalojo.
Una luciérnaga ilumina el cielo.
También aquí, en los límites del folio
hago de mi escritura voluntad,
relámpago que rasga la noche y la transforma.
Como el insecto que deshace
la noche entre su propio cuerpo.
Javier Temprado (2019)