Viernes 11 de marzo de 2011, 7 de la mañana hora española. Nos despertamos con la noticia de que un devastador terremoto removía las entrañas de Japón provocando el caos y el pánico de la sociedad nipona. Ni el país más preparado para enfrentarse a los movimientos sísmicos ha conseguido hacer frente a éste terrible mounstruo de 8,9 grados en la escala de Ritchter, ni al tsunami que le siguió. Dos minutos y un tsunami que ha arrasado 5 kilómetros de costa, devorando todo lo que quedaba a su paso. Un temblor que ha sido el más grave que ha sufrido nunca y el quinto en el cómputo de los terremotos más violentos de la historia.
El bloqueo que sufrieron los móviles y la pérdida de la señal de televisión en el país, hizo que toda la información fuese apareciendo en las redes sociales poco después del desastre, informando y solicitando ayuda minuto a minuto. Facebook y Twitter fueron los principales medios que utilizaron miles de personas para comunicarse con sus familias. Particularmente, Twitter fue el difusor más veloz de noticias y rumores, reflejando todo lo que iban narrando los testigos oculares. Recoge por ejemplo la admiración de @aasiain sobre la organización japonesa: “A mí me admira menos la fuerza de la naturaleza, que doy por sentada, que las de la civilidad, la organización y la previsión del desastre”, comentó.
En Twitter hay hashtags como #Japan , #prayforjapan, #Fukushima que nos ofrecen información, al igual que en Facebook, en donde se ha creado grupos donde recurre la gente para recabar información sobre la situación en el país y lanzar mensajes.En Youtube cada hora se contabilizan decenas de videos que se suben para narrar ocularmente la catástrofe.
Además, Google instauró un sistema de búsqueda de personas, en inglés y japonés, similar al que ya ofreció el gigante de internet tras los sismos en Haití y Chile, el año pasado.