Las redes sociales están arrasando entre nuestra población. España es uno de los países donde más se ha incrementado el número de usuarios de las principales redes, como Tuenti o Facebook. Un nuevo paradigma de comunicación social que lejos de ser una moda, viene para quedarse y evolucionar con el resto de tecnologías asociadas a la red de redes.
Por eso, porque «todo el mundo» las usa, hemos de tener la misma precaución que cuando hablamos y tratamos con nuestros conocidos en el trato personal o laboral. Nuestros jefes usan Facebook, nuestros empleados usan Facebook… y todos estamos interconectados.
Es importante ser conscientes de que hay ciertos aspectos de las redes sociales, que generalmente se omiten de una forma u otra, y que pueden perjudicarnos o incluso hacernos perder el trabajo. Generalmente nos invade una sensación de privacidad que no siempre hemos tenido la precaución de asegurar.
Una encuesta realizada a empresas americanas (de más de 100 empleados) pone de manifiesto que el 8% de ellas ha despedido a algún empleado por hacer un uso inapropiado de los medios sociales. Un porcentaje mayor ha tomado medidas disciplinarias contra alguno de sus empleados por esta misma razón.
En uno de los artículos de la sociedad de la información que ha publicado la Fundación Telefónica, podemos conocer algunos casos concretos referenciados:
– Una trabajadora de una aseguradora suiza informó una mañana a su empresa de que sufría migrañas, por lo que no podía trabajar con un ordenador (debía permanecer en reposo y a oscuras), descubriendo su empresa posteriormente que había estado actualizando su perfil de Facebook regularmente durante su convalecencia, lo cual fue causa de despido.
– 13 tripulantes de cabina de una conocida aerolínea británica insultaron a los pasajeros de la compañía (identificándose como trabajadores de dicha aerolínea) en un intercambio de mensajes público en Facebook, lo que les costó el trabajo.
– Una trabajadora de una empresa de logística inglesa escribió en su perfil público de Facebook que se aburría en el trabajo, tras lo cual fue invitada a buscarse otro en el que no se aburriera tanto.
– Una profesora de un colegio público americano fue despedida tras insultar a sus alumnos en Facebook y afirmar que los odiaba.
– Un trabajador un distrito escolar americano fue despedido tras hacer comentarios racistas sobre sus actividades laborales y mostrar un comportamiento poco apropiado según su empleador.
– Un trabajador de un call centre afirmó que no podía ir a trabajar porque estaba enfermo, aunque gracias a su página de Facebook, los responsables de recursos humanos de su empresa supieron que lo que realmente sucedía es que tenía resaca y no quería ir a trabajar. Tras un intercambio de correos electrónicos con recursos humanos, se intuye que acabó despedido.
– Un becario de un banco americano comunicó a su jefe que no podía ir a trabajar al día siguiente porque tenía una emergencia familiar, cuando lo que realmente iba a hacer era ir a una fiesta de Halloween, tal y como demostraron las fotos de su perfil de Facebook.
– Una trabajadora inglesa acabó despedida por insultar a su jefe en Facebook y olvidar que lo tenía como amigo y que por lo tanto podía verlo.
– Una camarera americana fue despedida tras insultar y cotillear sobre los clientes del restaurante en el que trabajaba a través twitter.
– 27 trabajadores de un club del automóvil americano fueron despedidos por los comentarios que hicieron sobre algunos de sus compañeros en sus paginas de MySpace.
No se trata de no usar redes sociales. Realmente tienen gran cantidad de características positivas que nos aportan gran numero de ventajas (mantenerse en contacto con amigos y familiares, encontrar trabajo, fuente de ocio y negocio). Pero también es igualmente cierto que se pierde en mayor o menor medida la privacidad. Sobre todo si no se activan las herramientas que para ello proporcionan las propias redes sociales.
Desde desvelar las preferencias sexuales, fotos, comentarios, vídeos, hasta discusiones o situaciones privadas vergonzosas. Aunque dentro de lo malo, esto no es lo peor… en algunos casos la falta de precaución en las condiciones de privacidad conllevan pérdidas económicas (hay numerosos casos de robos producidos en casas cuyos habitantes habían anunciado sus ausencias en medios sociales, aumento de las posibilidades de ser el objetivo de spam y de ataques tipo phising), o como hemos comentado, pérdidas de trabajo.