
Los corales son animales o colonias de animales que forman complejas estructuras en el fondo marino y son la base de algunos de los ecosistemas más ricos del mundo.
Estos invertebrados tienen un crecimiento muy lento (unos pocos milímetros por año) y constituyen un hábitat de gran valor ecológico para numerosas especies. Crean estructuras calcáreas tridimensionales, lo que ofrece protección, alimentación y áreas de reproducción para muchos animales.
Hemos hablado con Oceana que nos ha contado la situación real de estos seres vivos y se muestra contundente al respecto: «el cambio climático perjudica seriamente a los corales por varias razones». A continuación, las exponemos:
– El aumento de la temperatura del agua. ¿Sabías que el cambio climático es la principal causa de la desaparición de corales y gorgonias en el Mediterráneo? El excesivo calentamiento del agua provoca que los corales expulsen a las algas de color que les proporcionan alimento. Si las temperaturas cálidas persisten, los corales mueren y los arrecifes se desintegran.
Los corales sirven de alimento a diferentes peces y moluscos a la vez que les facilitan protección contra sus depredadores naturales. Se estima que generan recursos para alimentar a unas 2.000 millones de personas. Los esqueletos calcáreos de los corales, una vez triturados por el oleaje, forman parte de muchas playas tropicales con alto valor turístico, mientras que los arrecifes de coral evitan su desaparición.
– La acidificación. La acidificación es una de las múltiples consecuencias de las emisiones de CO2. No todo el CO2 emitido se acumula en la atmósfera. Los océanos y los bosques actúan como sumideros y ejercen un importante papel atenuador en los impactos producidos por el cambio climático. Desde los comienzos de la industrialización los océanos han absorbido el 30% de las emisiones, lo que unido al continuo y rápido incremento de éstas, tiene graves consecuencias para la composición química del agua marina, así como en los ecosistemas y la biodiversidad.
Oceana reclama la reducción urgente de las emisiones de CO2 y su estabilización en los 350ppm (partes por millón) desde los 387 ppm actuales. Para ello es esencial apostar por las energías renovables, como la eólica marina.
El CO2, además de ser un potente gas efecto invernadero, se disuelve en grandes cantidades en el agua marina y produce un fenómeno que se conoce como acidificación. Cuando el CO2 entra en contacto con una molécula de agua se produce en líneas generales un aumento en la concentración de iones H+, lo que se traduce en una disminución del pH y por tanto un aumento en la acidez. El pH oceánico ha sufrido un descenso apreciable (en torno a 0.1) y provoca un aumento de la acidez de la capa superficial de los océanos de un 30% respecto a los niveles previos a la Revolución Industrial.
Este exceso de iones H+ hace disminuir la concentración de carbonatos necesarios para que muchos organismos como corales o crustáceos formen sus esqueletos o conchas de carbonato cálcico. Una consecuencia directa de este proceso es la dificultad, y en casos extremos la total imposibilidad, de formación de estructuras calcáreas por parte de organismos marinos como corales y algas coralinas, moluscos, crustáceos, pterópodos y algunos tipos de plancton.