El exceso de grasas saturadas en la dieta aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer

La edición online de la revista JAMA Neurology, perteneciente a la American Medical Association (AMA), ha publicado un informe que asevera que los niveles de ciertas proteínas y péptidos asociados con la enfermedad de Alzheimer pueden variar según la dieta que sigamos.

Esto se ha descubierto porque los estados de lipidación o la modificación de ciertas proteínas en el cerebro parecen diferir dependiendo del genotipo y del tipo de alimentación que lleve cada individuo.

La doctora Angela J. Hanson, de la Universidad de Seattle en Estados Unidos, es quien ha coordinado este trabajo y, junto a sus colegas ha estudiado a una muestra de población de 20 individuos cognitivamente sanos, con una media de edad de 69 años; y a otros 27 adultos con deterioro cognitivo leve y una media de edad de 67 años.

Los pacientes se dividieron en dos grupos y se les asignaron al azar dos tipos de dieta diferentes. Una de ellas con alto contenido en grasas saturadas y un alto índice glucémico y la otra con menor cantidad de grasas saturadas y un menor nivel de concentración de glucosa. Durante el seguimiento, los expertos midieron sus niveles de lípidos, proteína beta amiloide y ApoliproteínaE (ApoE) en el líquido cefalorraquídeo.

Los resultados del estudio arrojaron dos evidencias muy interesantes: en aquellos pacientes que habían seguido una dieta baja en grasas saturadas, los niveles de beta amiloide y de ApoE tienden a disminuir, mientras que en aquellos que se habían alimentado con un mayor porcentaje de grasas saturadas habían aumentado estos niveles.

Aunque los propios científicos autores del estudio subrayan que esta pequeña prueba piloto debería hacerse con una muestra mayor para ratificar los resultados obtenidos y evitar sacar conclusiones precipitadas, los resultados sugieren por tanto que una mayor cantidad de grasa saturada en la dieta vendría aparejada de una mayor cantidad de acumulación de proteína beta amiloide en el cerebro, por lo que se establecería la relación entre el tipo de alimentación que tenemos y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.