La organización de defensa del mar Oceana ha pedido que se protejan al menos 45.000 kilómetros cuadrados de la costa galaico-cantábrica, al menos 15 nuevos espacios protegidos. Además, señala que el 60% de la pesca de la zona está al borde del colapso. Apenas queda anchoa, rape o gallo.
Las islas Sisargas, los bajos de Bermeo y Niebla, el cañón de Avilés, las aguas frente a cabo de Peñas, la zona costera de Sonabia, el bajo de Castro Verde, el cañón de Capbretón o los fondos marinos frente a Jaizkibel son algunos de los lugares que Oceana ha identificado como áreas de importancia ecológica para la zona galaico-cantábrica y para los que pide protección.
Durante 2008, Oceana, en colaboración con la Fundación Biodiversidad, llevó a cabo un estudio de los fondos marinos entre Galicia y País Vasco que duró unos tres meses y cuyos resultados se han hecho públicos.
En total se recorrieron unas 1.500 millas y se realizaron 105 inmersiones entre la superficie y los 350 metros de profundidad, en las que se identifaron cerca de 800 especies distintas y más de una veintena de hábitats diferentes. Para ello se utilizó un robot submarino y se contó con la participación de una decena de submarinistas.
Destaca el hallazgo de una nueva especie de esponja «champiñón» en fondos rocosos entre 50 y 120 metros, la aparición de tiburones con una mayor distribución geográfica a profundidades superiores a los 300 metros, o la diversidad de corales negros por debajo de los 150 metros.
Sin embargo, Oceana destaca la escasez de peces y crustáceos de valor comercial, como la anchoa, el rape, el gallo, el lenguado, la cigala, la merluza y otras muchas especies. Los muestreos llevados a cabo corroboran los preocupantes datos sobre las pesquerías de esta zona que año tras año viene presentando ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar), organismo científico que asesora a la UE sobre el estado de los recursos pesqueros en el Atlántico Nordeste. Según ICES, el 60% de las pesquerías de la zona están al borde del colapso.