¿Te imaginas lo que podría suponer que la ropa llevara biosensores electrónicos que permitieran conocer en cualquier momento nuestra presión arterial, el ritmo cardiaco y otros signos vitales?
Pues los americanos están desarrollando esta tecnología. Lo anunciaron en Reuters y lo hemos visto publicado hace una semana en un artículo publicado por el mundo hace una semana.
El profesor Joseph Wang, de la universidad de San Diego, y su equipo es quien desarrolla este proyecto de nanoingeniería. En principio, como en muchos otros avances tecnológicos de la historia, es el ejército quien está más interesado. Pero sin duda, lo que es bueno para controlar la salud de los soldados también lo es para cualquier otro ciudadano.
De hecho seguramente le sacaremos más partido en el ámbito social. La medicina evoluciona buscando pasar del tratamiento en el hospital al cuidado en casa. Con los medios de comunicación y de análisis que tenemos ahora mismo, cada vez es más sencillo que nuestro doctor nos atienda por videoconferencia revisando nuestros datos vía web que haciéndonos ir al hospital. Es cuestión de tiempo; este tipo de tecnología que desarrollan en San Diego va en esta dirección.
¿Qué podemos esperar de este tipo de biosensores? Por ejemplo localizar heridas y lesiones antes incluso de que quien las padezca sea consciente, y que la información se transmita al centro hospitalario en tiempo real. Esto puede suponer que se pueda monitorear a los ancianos en su casa de forma remota desde el hospital, controlar distintos marcadores biomédicos, alertar sobre un posible accidente cerebrovascular, cambios diabéticos… También podremos darle una utilidad interesante para los atletas, mientras entrenan.
El método es similar al estampado serigráfico convencional, pero la tinta que se utiliza para estampar el sensor contiene electrodos de carbono. El proyecto es financiado por el Ejército estadounidense y los soldados probablemente serán los primeros en probarlo.
Yéndonos ya a las circunstancias más extremas, también se podría utilizar para dirigir la emisión de fármacos para aliviar el dolor o tratar la herida… ¡y todo sin que el herido sea consciente de ello!
En fin, no es algo inminente, aún quedan años de investigación.