Asistentes de personas con discapacidad física: un impulso a la independencia

Foto: Jorge Villa
Foto: Jorge Villa/Servimedia

Hace un tiempo, mi compañero Carlos os contó cómo se manejaba en su silla de ruedas por el metro y qué tenía que hacer para viajar en autobús. Hoy me toca a mí (que también tengo movilidad reducida) compartir una historia personal para que conozcáis qué es y cómo funciona el Programa de Asistencia Personal, que ayuda en sus actividades cotidianas a personas con discapacidad.

Soy de una ciudad pequeña, Toledo, y tuve que venir a la capital para empezar la universidad. Al principio todo me parecía un mundo.Vivir solo suponía cambiar de entorno, de gente, tener que realizar por mí mismo las actividades de la vida diaria, y por si esto fuese poco, desplazarme hasta la facultad.

Con mi discapacidad, todo esto que os he contado parecía un imposible, una utopía. Sin embargo, todo empezó a ser más fácil cuando contacté con la Oficina de Vida Independiente de Madrid.

Esta oficina, que depende de la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos (ASPAYM) gestionó desde 2006 el primer proyecto piloto de “Vida Independiente y Promoción de la Autonomía Personal” y se encarga desde 2009 del Programa de Apoyo a la Vida Independiente.

El programa, financiado por la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, trata de promover la autodeterminación y la independencia de las personas con diversidad funcional física de acuerdo con la ‘Filosofía Mundial de Vida Independiente’. Para ello, dispone de un Servicio de Asistentes Personales que trabajan para los participantes apoyándoles en sus distintas tareas cotidianas, en los desplazamientos, e incluso ayudándoles a disfrutar de sus vacaciones y su tiempo libre.

Pero volvamos a la historia del principio. Yo me puse en contacto con la gente de la Oficina de Vida Independiente, me valoraron y pude entrar en el programa. Encontré a un ‘asistente personal’ a través la bolsa de empleo que ofrecen en la propia oficina y todo fue genial desde el principio.

Cuando te conviertes en participante, dispones de una serie de horas que debes repartir a lo largo del mes, en las que tu ‘asistente personal’ te ayuda en todo aquello que necesites. En mi caso, era el transporte a la facultad y actividades como hacer la compra o lavar la ropa, pero en otros casos se encargan de diferentes actividades de la vida diaria.

Desde que tengo ‘asistente personal’, aquello que al principio parecía una utopía, se ha convertido en una realidad, ahora puedo ser más independiente. Además, con mis ‘asistentes’ he trabado una amistad, una relación más allá de lo profesional; que, aunque quizás no sea lo más recomendable por el hecho de que se pierde un poco la figura de empleador y empleado y hablando coloquialmente se pueden llegar a tomar demasiadas confianzas, me parece algo muy gratificante a nivel personal.

Desde principios de diciembre, mi ‘asistente’ es Antonio Benayas, un estudiante de biología de 23 años, a quien conocí a través de mi anterior ayudante. Es su primera vez como ‘asistente personal’ y de momento se encuentra encantado con la experiencia.

“Conocí el Programa a través de un amigo que estudiaba trabajo social, porque se lo dijeron en la facultad y me lo comentó. Es un empleo muy gratificante, porque te da la posibilidad de echar una mano a alguien que lo necesita”.

Además, lo recomienda a todas aquellas personas responsables, que tengan una flexibilidad de horarios que les permita adaptarse a las necesidades de la persona a la que tienen que asistir.

“Obviamente supone un ingreso extra, que a gente como yo, que estamos estudiando, nos viene muy bien. Pero es fundamental compatibilizar horarios”.

Sin embargo, avisa de la responsabilidad que conlleva un trabajo como éste:

“La vida de las personas a las que ayudamos depende en parte de nosotros. Si llegamos tarde o en malas condiciones a trabajar, provocamos que la otra persona pierda un tiempo muy valioso, e incluso pueda perder su puesto de trabajo. Por eso es fundamental la responsabilidad. No puede tomarse a la ligera”.

Supongo que todas las experiencias no serán tan positivas como la mía, pero desde aquí os animo a todos aquellos que estéis en una situación parecida a que preguntéis por el Programa, y sobre todo a que perdáis el miedo, que es el primer paso para una verdadera independencia.