Domus, un hogar para la total integración social

Foto: Fundación Síndrome de Down de Madrid
Foto: Fundación Síndrome de Down de Madrid

¿Os acordáis del proyecto Domus del que os hablé para que jóvenes con discapacidad intelectual se independizaran? La Fundación Síndrome de Down de Madrid (FSDM) me ha explicado más cosas y, con mucho gusto, me gustaría compartirlas con vosotros.

Resulta que Domus cuenta con 3 años de vida y, aunque ha sufrido algunos cambios en su estructura, se presenta en 3 fases. La primera es la fase de formación y persigue que, en un futuro, los participantes puedan vivir de manera independiente. Para ello, empiezan con una clase una vez a la semana donde les enseñan habilidades de autonomía en el hogar. Les imagino barriendo, fregando, cocinando… y me lleno de gozo por ese esmero y fuerza de voluntad, ese amor que les sobra a raudales, haciendo las tareas del hogar.

Durante un periodo de tres meses compaginan estas clases con una estancia de un fin de semana al mes en un piso, donde ponen en práctica todo lo que han aprendido.

La segunda fase es la de convivencia en la vivienda. En ella, los participantes combinan el aprendizaje con periodos de vida en común. Pasan a vivir una semana sí y otra no en el piso, lo que les permite ir adaptándose poco a poco. Esta fase es fundamental ya que es cuando deciden si quieren dar el paso hacia la vida independiente.

Hay chicos, como Ester, de 38 años, que se encuentra actualmente en esta fase. A ella, lo que más ilusión la hace es planchar, y afirma con total seguridad y un brillo inusitado en sus ojos:

“Tengo ganas de dar el paso. Es mi gran deseo”.

Por último, la tercera y última fase del proyecto es cuando los participantes se van a vivir de forma definitiva al piso de la Fundación.

Lorena, Patricia y Raúl ya viven en una de estas viviendas y su vida transcurre de forma natural y normalizada. Durante el día, cada uno acude a su respectivo trabajo: Lorena y Patricia a unos centros ocupacionales, y Raúl al Starbucks. Una vez terminada su jornada de trabajo acuden a diferentes actividades.

Y la noche… debe de ser el momento mágico para ellos. Todos coinciden en casa y se cuentan las anécdotas del día. Por supuesto, los fines de semana lo aprovechan para pasar más tiempo juntos: van a dar una vuelta por el barrio, toman el aperitivo, alquilan una película, juegan a juegos de mesa en casa, van al karaoke etc., pero, como no podía ser de otra manera, reservan el domingo para pasarlo con sus familias.

Y es que, bien es cierto que los resultados de Domus están siendo muy positivos y tanto los participantes como sus familiares coinciden para bien en el cambio que han experimentado. Con esta iniciativa, estos jóvenes consiguen la plena integración socicial, gracias a su esfuerzo y a la ayuda de los profesionales. No en vano, todos ellos, hoy en día, tienen una mayor destreza en las tareas del hogar, en su conducta, en su higiene y en la planificación de sus tareas.

Domus me parece un proyecto casi épico, una proeza digna de ensalzar y que debería dar ejemplo a muchas otras personas con y sin discapacidad. ¡Qué valor, que gallardía, que arrojo el de estos muchachos! Todo mi aplauso para ellos.