Mirar con las manos, oír con los ojos

Foto: Aportada.
Foto: Aportada.

Cuando el tacto sustituye a la vista y la vista al oído cambia la percepción de las cosas que nos rodean. Algo que para muchos no deja de ser raro, para otros es su forma de vivir y sentir el mundo. Un caso práctico que lo ejemplifica es la cultura. Para una persona con discapacidad visual o auditiva no es lo mismo ir al cine, al museo o al teatro que para una personas que ve.

Meritxell Aymerich, periodista de profesión, le encanta el cine, hobby del que disfruta a pesar de ser ciega de nacimiento. Desde pequeña siempre ha visto cine y esta acostumbrada a seguir la película, pero no puede negar que le cuesta si el filme no cuenta con audiodescripción.  En cuanto a los museos o las exposiciones, Meritxell afirma que:

“Todo lo que sea accesible como una maqueta de un monumento que pueda tocarlo para saber cómo es, sentir el arte con material táctil, las audioguías… Cualquier cosa para disfrutar como los demás, es lo que debería ser. Aún y así es muy difícil porque hay veces que vas a un museo y sólo hay vitrinas, la letra es muy pequeña, no hay braille, ni siquiera audioguías o visitas guiadas, por eso si hay algo, por pequeño que sea, nos puede dar mucho”.

Esto demuestra que la cultura no es accesible a todos y que todavía queda mucho por hacer. Sin embargo, Meritxell explica que las cosas están cambiando mucho en los últimos cinco años, especialmente con la ley audiovisual que obliga a audiodescribir en la televisión con TDT, el código de accesibilidad, etc.
 
Desde ‘Com Acces‘ y la Asociación Catalana para la Integración del Ciego, de la que es miembro, intentan potenciar la cultura accesible para todas las personas ciegas o con baja visión. Asimsimo, fomentan su integración laboral y también se preocupan por la accesibilidad en los transportes de Barcelona así como en las barreras arquitectónicas, además de participar en el Instituto Municipal de personas con Discapacidad. A lo largo de sus 17 años, ACIC ha organizado campañas para lograr que la cultura esté al alcance de todos. Meritxell, que lleva cinco años trabajando en la asociación, explica que:

“En una de las iniciativas pusimos multas, de mentira naturalmente, a los coches que estaban aparcados en pasos de cebra o otros sitios inadecuados porque la persona con discapacidad necesita orientarse o circular como es el caso de la que va en silla de ruedas”.

Como miembro de la entidad y como persona afectada, Meritxell insta a los dirigentes de instituciones culturales que lo primordial es pensar que la cultura debe llegar a todo el mundo; ya sea un mayor, una persona en silla de ruedas o un invidente, y procurar que sea accesible para todo el mundo desde el principio. Mientras que en los casos que ya se ha hecho recomendaría que:

“Se fuera adaptando poco a poco, porque los gestores culturales tampoco se han parado a pensar demasiado que realmente somos un público y tenemos estos derechos”.

Desde su experiencia personal, Meritxell dice que los principales problemas de las personas con discapacidad son el laboral y la incomprensión de la gente:

“No ve que somos uno más, alguna vez me he encontrado por al calle con alguien que, con buena voluntad, quiere ayudarme pero por más que le explique que puedo bajar por las escaleras o ir sola no me deja ni decidir. A veces, lo que hace falta es concienciar a la gente y por tu parte tomártelo con filosofía”.

En este sentido, Meritxell cree que el Gobierno debería actuar para combatir la ignorancia de la sociedad con algún curso de formación o premiando las buenas prácticas,  ya que, según dice, los únicos que pueden hacer algo con las leyes son el Gobierno y los partidos políticos que están en el Parlamento. En cuanto al nuevo Código de Accesibilidad de Cataluña, Meritxell no esconde su decepción porque, a su parecer, esta ley enfoca mucho las barreras arquitectónicas, el transporte y la accesibilidad para todas las discapacidades en general, no obstante, detalla muy poco el acceso a la cultura:

“El código recomienda que los museos sean accesibles a sus colecciones y no puede ser que con algo que muchos lo hacen por voluntad propia ahora salga una ley nueva que no lo impone, es como si fuéramos marcha atrás con todo lo que hemos avanzado”.

Tras quejarse por escrito, ACIC mantiene la esperanza al haberse incluido algunas de sus propuestas. Sin embargo, el proceso, que ya debería haberse publicado, esta en stand by y todavía no se sabe cuando verá la luz. Así que sólo queda esperar.