Probablemente el título de este post te haya llamado la atención. A bote pronto parece difícil encontrar una relación entre Parkinson, ciclismo y robótica; pero existe y es cuanto menos esperanzadora. Lo más curioso es que se descubrió casi por casualidad, según leemos en Alphr.
Mientras trabajaba en el Departamento de Ingeniería Biomédica de la Clínica de Cleveland (Ohio), el doctor Jay Alberts decidió embarcarse en una motivadora aventura. Acompañaría a una amiga con Parkinson en un viaje en tándem a través de América. Antes de empezar, Alberts estaba convencido de los beneficios que aporta a los pacientes mantener un estilo de vida activo y saludable. Sabía que la excursión sería tremendamente positiva para ella.
Lo que le sorprendió fue ver de cerca la impresionante mejoría de su compañera: los temblores en manos y piernas disminuyeron de forma más que considerable. Y eso que la mejor forma física del doctor le obligaba a hacer un sobreesfuerzo para seguir su ritmo. Antes de que pudiese darse cuenta, la cabeza del doctor ya proyectaba una investigación para ahondar en el asunto.
El paso siguiente fue, como es lógico, probar una experiencia similar en otros pacientes. Reunió a una decena y les pidió que se ejercitasen usando tándems junto a entrenadores especialistas. Ellos fueron quienes marcaron el ritmo de trabajo, con el objetivo de asegurar que los pacientes realizaban el esfuerzo adecuado. Los resultados fueron una vez más asombrosos. Se dejaron notar en brazos y piernas, poniendo de manifiesto que la actividad ayudaba a mejorar la salud del cerebro; y los efectos perduraron hasta durante cuatro semanas.
Comprobados los beneficios del ciclismo, tan sólo quedaba un inconveniente: siendo realistas, acceder a un tándem y contar con un acompañante experimentado no es viable para muchos enfermos de Parkinson. Y aquí es donde entra en juego la robótica. Los ingenieros de la Universidad Nacional de Kyungpook (Corea del Sur) están desarrollando un exoesqueleto que podría solucionar este problema.
Se trata de una compleja estructura electromecánica que, colocada en las piernas del paciente, le ayudaría a trabajar con exigencia de forma independiente. Como podrás imaginar, no es ni mucho menos sencillo lograr que este dispositivo funcione a la perfección, tal como demandan las necesidades de una persona que padece Parkinson. El aparato está todavía en fase de pruebas, pero si esta concluye con éxito, estaremos ante una nueva y poderosa arma para combatir los síntomas de esta enfermedad.