El Cairo, la accesibilidad como utopía

Este año he decidido pasar seis días de mis vacaciones en El Cairo, la capital de Egipto y una de las ciudades más grandes del mundo. A su lado, Madrid se queda pequeño, si se quejan de ver coches a mansalva, esperen a ver los atascos de la ciudad cairota, verdaderamente caóticos. Se trata de una urbe llena de contrastes, donde la pobreza y  las clases pudientes se encuentran  separados únicamente por unos metros y la accesibilidad para personas con movilidad reducida es algo que ni se contempla, por falta de recursos… Y es que El Cairo aún tiene mucho que mejorar en este aspecto. 

Bordillos, escalones, aceras destrozadas o boquetes a cada paso son algunas de las dificultades con las que se encuentran los usuarios de sillas de ruedas que viven en la capital egipcia o se animan a visitarla.

Aquellas personas con discapacidad que tengan dificultades de movilidad y deseen ver de cerca las famosas pirámides de Giza, el museo egipcio o que simplemente deseen pasearse por El Cairo, les recomendaría que fueran con personas que les presten ayuda para superar las barreras arquitectónicas de todo tipo con las que se encontrarán. El interior de las pirámides de KeopsKefren o Micerinos resulta completamente inaccesible, mientras que el único atisbo de accesibilidad se puede observar en Saqqara, zona en la que encontramos el museo de Imhotep, que se ha abierto recientemente. Templos coptos o musulmanes y algunos de los barrios de la capital egipcia también resultan inaccesibles para una persona con movilidad reducida.        

Pese a todas estas barreras visitar El Cairo merece la pena. Bien por el valor histórico de sus monumentos (el tesoro de Tutankamon es digno de ser visto), por lo extraodinario de su cultura que impregna cada una de sus calles, o por la tremenda hospitalidad de sus gentes, merece la pena vivir una “experiencia cairota”. Esperemos que en un futuro no muy lejano cualquier persona pueda desplazarse por esta hermosa ciudad sin tener que pedir ayuda para superar las barreras arquitectónicas ni jugársela saliendo a la carretera.