La ópera Tosca, de Puccini, ha sido la primera cita del Club Cultural de Casa San Cristóbal, una iniciativa para facilitar el acceso a la cultura y fomentar el voluntariado social en la empresa.
Salir del barrio, conocer a nuevas personas, hablar y compartir juntos cultura; acercarse a ella con otros ojos. Ojos que están ansiosos de ver, sentir y experimentar nuevas sensaciones, descubrir nuevas historias y sobrevolar nuestra vida más allá de nuestros barrios. Porque eso hace precisamente la cultura, nos pone en contacto con otras personas y nos abre la mente a nuevos lugares, y también a lugares que ya conocemos, pero que nos parecen nuevos a través del arte, de la música, de la literatura o de la danza.
En Fundación Montemadrid perseguimos que la cultura sea accesible para todos. Por eso, hemos puesto en marcha, con el apoyo de Ernst & Young, este club que tendrá numerosas citas a lo largo del año y que acercará a los usuarios de Casa San Cristóbal a diversos espacios culturales de Madrid. Al tiempo, los empleados de Ernst & Young tendrán la oportunidad también de vivir esa cultura con nueva compañía a través del voluntariado y dejarse contagiar y aprender del quien vive algo por primera vez.
Inauguración con Puccini
La primera cita ha sido una jornada para disfrutar “Tosca”, de Puccini. 30 voluntarios de Ernst & Young y 30 usuarios senior y voluntarios de nuestra Casa San Cristóbal se dieron cita para disfrutar de la ópera; en un escenario único como el del Teatro Real y compartir juntos este clásico inmortal.
No es casualidad que la primera cita haya sido con Puccini. El compositor no tuvo una vida fácil y tuvo que sortear, por su condición familiar y económica, muchas barreras hasta convertirse en uno de los grandes maestros de la ópera. Precisamente por ello, sus obras son el reflejo de la sociedad en la que vivía, capaz de acercar el lado más humano a la ópera.
En sus libretos no hay dioses, ni musas extraordinarias, sino gente que vive, ama y sufre, que siente pesar, angustia, soledad y también melancolía. Convierte en protagonistas a las personas de los entornos más complejos, los muestra como son, con sus problemas e inquietudes, pero también en lo bueno, con su capacidad inmensa de fraternidad y solidaridad. La grandeza de Puccini queda retratada en su capacidad compositora, pero sobre todo porque transformó una ópera que se caracterizaba por la ensoñación, en un género capaz de hablar del pueblo y de las personas de a pie, para convertirles en protagonistas de los libretos más aplaudidos y venerados de la música clásica. Por eso, sus óperas siempre resultan actuales a pesar del tiempo y quién sabe si, quizá hoy, se inspiraría para componer su próxima ópera en San Cristóbal de los Ángeles.