Según datos de Naciones Unidas, en el mundo hay más de 600 millones de personas con discapacidad (el 10% de la población mundial), de las que 80 millones malviven en África, un continente castigado por la miseria, el hambre y los conflictos bélicos, donde tener un hijo con discapacidad es considerado una carga y un castigo.
Fue el 3 de mayo de 2008 cuando entró en vigor la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, un tratado global específico que atiende las necesidades de este colectivo, que, según afirma la ONU, «conforma la minoría más grande del mundo». De los 53 países que hay en África, 31 han firmado esta convención, suscrita por un total de 129 estados repartidos por todo el mundo.
El texto reconoce la importancia de la cooperación internacional para mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad en los países en vías de desarrollo, dado que la mayoría de ellas vive en condiciones de pobreza, por no hablar de las mujeres y niñas discapacitadas, que sufren un riesgo mayor de discriminación.
Pocos son los proyectos que se desarrollan en África orientados específicamente a las personas con discapacidad. La mayoría de ellos están impulsados por la cooperación internacional a través de las ONG, que son las que sacan adelante a este colectivo en un trabajo silencioso del que apenas se habla.
Así, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) financia con 380.227 euros un proyecto en Liberia dirigido por las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, que tiene como misión la asistencia integral de los enfermos mentales y de las personas con discapacidad psicofísica. Se trata del centro de rehabilitación Benito Menni, ubicado en la capital de Liberia, Monrovia, con capacidad para 40 niños, que, además de la rehabilitación, reciben escolarización durante su estancia y pueden entrar en un programa de apadrinamiento.
En Senegal, la Aecid financia con 275.000 euros un proyecto para la «Prevención de riesgos de exclusión y analfabetismo de los niños con discapacidad en Casamance», que busca, entre otros objetivos, facilitar el acceso a la educación de los niños con discapacidad y de otros menores en situación de riesgo.
Save The Children-España está presente desde 1997 en Marruecos, donde colabora con la Asociación Hanan, fundada hace 39 años con el objetivo de cuidar a niños con discapacidad física, mental y auditiva. Su centro educativo cuenta también con la financiación de la Aecid.
Según datos facilitados por Save The Children, se estima que en Marruecos hay un millón de niños en edad escolar con alguna discapacidad física, de los que menos de 6.000 están dentro del sistema educativo.
La situación de los menores con discapacidad psíquica «es aún peor», afirma esta ONG. De los 350.000 que se calcula hay en Marruecos, tan sólo 1.200 son atendidos en centros especiales, «que carecen en la mayoría de los casos de personal cualificado». La mayor parte de estos niños no sólo no reciben educación formal, sino que además sufren el rechazo de sus propias familias, que se avergüenzan de mostrarles. Se dan casos de niños encerrados en sus casas o incluso compartiendo las cuadras con los animales.