
Fue Premio Príncipe de Asturias de Investigación en 1994 por sus importantes avances contra la malaria. El colombiano Manuel Elkin Patarroyo, creador de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia y Premio Nacional de Ciencias del Tercer Mundo (entre otros muchos), tiene ya listos los nuevos componentes de la nueva y más eficaz vacuna sintética contra la malaria, que verá la luz en pocos meses. Con apoyo de Colombia y España, Patarroyo ha estudiado esta enfermedad y además busca remedios contra la hepatitis, la tuberculosis y el cáncer de cuello uterino. Mi compañera Almudena Hernández le ha entrevistado.
¿Por qué vale la pena dedicar toda una vida a investigar?
Por una razón muy sencilla. Los seres humanos pueden desarrollar 517 enfermedades infecciosas y tenemos solamente 13 vacunas.
Hay entre 14 y 17 millones de muertes al año como consecuencia de enfermedades que si tuviéramos una metodología lógica de hacer vacunas podríamos prevenir. Hay tres millones de muertos por tuberculosis; tres millones por diarrea; dos millones por malaria; uno por hepatitis; uno por sida y cuatro por bronconeumonías. Eso son los muertos. Los enfermos son otra cosa. De manera que buscar una vacuna lógica y racional es un imperativo moral y eso es lo que nos propusimos.
¿Qué principios ha descubierto en todo este tiempo?
Ya existe una metodología lógica racional desarrollada por nosotros para la obtención y el alcance de cualquier vacuna. Y a esto fue a lo que nos dedicamos durante los últimos 35 años, a buscar esa metodología. Esto es consecuencia de la herencia de don Louis Pasteur. El principio fundamental de las vacunas es reconocer el agente causal de la misma matando o mutando ese agente causal.
¿Y por qué la malaria?
Es la enfermedad modélica, por varias razones. Es el más grande problema de salud pública del mundo. Afecta a 500 millones de personas al año y tres millones de ellos mueren. Es también aguda: te pica el mosquito y una semana después ya tienes la enfermedad. Es de muy fácil diagnóstico –con una gotita de sangre se mira al microscopio y se dice si está enfermo o no–. Y el tratamiento es el clásico, que es la quinina.
¿Qué efectividad va a tener?
No esperamos curar. Las vacunas son para prevenir. Esperamos estar entregando esta vacuna en un año y medio. Podríamos entregarla ya, pero queremos que se haga completa, que esté lo más perfecta posible, que no haya las críticas y los problemas que hubo tiempo atrás. Vamos rápido, acelerados, porque entendemos que esto son vidas, pero no queremos en lo más mínimo que en el día de mañana se nos diga: “Óyeme, se te olvidó que esto había que venderlo en polvo”. También nos estamos demorando porque queremos administrar la vacuna en una sola dosis. Es un trabajo fantástico que estamos haciendo con científicos de la Universidad del País Vasco para encapsular la vacuna, como es químicamente hecha, en bolitas que son autodegradables. Es muy difícil conseguir en el campo, en África, en el sureste asiático o en Brasil a los individuos para darles la segunda y la tercera dosis.
¿Donará la vacuna al mundo de manera altruista?
Eso no tiene cuestionamiento. Hay que ser congruente en la vida. He sido financiado y apoyado por mi país, entero, y por mi otro país, España. ¿Tendría alguna lógica que yo la vendiera?.