Los mayores de Barbanza que superan un infarto viven más

Imagen de la comarca de Barbanza¡Qué extraño! Debemos de circunscribirnos a la comarca de Barbanza (Galicia), pero resulta curioso descubrir que allí las personas mayores de 75 años que superan un infarto y reciben un buen tratamiento posterior viven más que otras de su misma edad que no hayan padecido problemas cardíacos.

Resulta que 40 médicos han realizado un estudio entre 1.500 pacientes de la citada región que sufrieron un infarto de miocardio o una angina de pecho y recibieron asistencia en el hospital.

Las conclusiones del pionero estudio, que se presentaron en el último congreso español de Cardiología en Barcelona, revela que el 70% de los pacientes cardíacos de esta zona están mejor tratados por sus médicos de cabecera que la media española, aunque, por lo visto, en Alemania llegan a una cuota del 95%. Lo que significa que nos queda mucho por mejorar.

Y es que la mortalidad de estos pacientes a los 2 años ha sido de un 7%, aunque en un 3% de los casos se debió a causas no cardiovasculares. Por otro lado, los principales grupos de riesgo son los pacientes diabéticos, quienes padecen insuficiencia cardíaca o aneurisma, anemia o quienes hayan tenido un ingreso cardiológico previo a padecer el infarto o la angina de pecho. El informe asegura que el pronóstico de estos pacientes de cara al futuro será bueno si están bien tratados y cambian sus hábitos de vida.

Si hay algo que también llama la atención es, sin duda, que las personas de niveles socioeconómicos más bajos tendrán más problemas cardíacos que las clases altas. ¿Cómo es posible?.

Pues es fácil de entender cuando uno lee que aquellos enfermos de corazón que tengan más educación y dinero tendrán más posibilidades de informarse y de cambiar sus hábitos de vida. Esto, como no puede ser de otro modo, conlleva alimentarse mejor y de manera más saludable y una repercusión positiva en el pronóstico y perspectivas de sus problemas cardiovasculares.

Pero lo importante para los pacientes cardíacos sigue siendo lo consabido: hay controlar la presión arterial y el colesterol, reducir el peso, no fumar y seguir un tratamiento adecuado.

Es decir, una persona mayor no tiene que preocuparse por sufrir un infarto con más de 75 años, sino sacar provecho de las ventajas de esta experiencia e intentar vivir informado para cambiar sus malos hábitos e integrar los buenos, los sanadores, los que dotan de una salud perfecta que, a esos años, también es posible.