Justo cuando me disponía a escribir acerca del último informe sobre la situación de nuestras costas, publicado por Ecologistas en Acción, leo la noticia de que la Unesco se plantea retirar a Lanzarote su condición de Reserva de la Biosfera ante la presión urbanística sobre la costa.
Y es que parece que no corren buenos tiempos para nuestro litoral. Títulos como ‘Caos en las costas’, referente al último informe sobre ‘Banderas Negras’ presentado por la asociación Ecologistas en Acción, no podrían ser más reveladores.
Según este estudio, dado a conocer hace unos días, a factores como la expansión urbana – según datos del Observatorio de Sostenibilidad Español (OSE), en los últimos 19 años se ha urbanizado a un ritmo de 3 hectáreas por hora- se añaden otros factores como la vulneración de la Directiva Marco de Aguas (en ninguna comunidad autónoma se depura y se reutiliza el agua), así como el incremento en la construcción de puertos de interés general, símbolo, para la asociación, de la apuesta por energías fósiles como el gas.
Hechos a los que se une, la crítica por parte de la organización ecologista hacia la gestión de los proyectos de regeneración de playas:
“Ecologistas en Acción, considera inadmisible que con dinero público, el Ministerio de Medio Ambiente esté financiando obras de gran impacto ambiental, como paseos marítimos y diques, o que autorice proyectos como puertos deportivos, con cuya construcción se afecta gravemente a un importante número de playas al impedir el aporte sedimentario necesario para su mantenimiento, y que luego tenga que ser nuevamente el Ministerio quien autorice y financie proyectos de regeneración de playas para evitar la práctica desaparición de las mismas”.
Poco tiene que ver este diagnóstico con el presentado el año pasado, en el que la organización ecologista decía ver en la crisis económica una oportunidad para la costa. Un optimismo que se ha visto empañado por unas causas, las ya citadas, a las que se pone cara, con la elaboración de una lista de los parajes más degradados.
Así, ninguna CCAA se libra del dudoso honor de contar con algunas de sus playas en este ‘top ten’ de contaminación. La playa de la Barceloneta, la erosión de la costa valenciana, la elevada ocupación de las riberas del mar menor, la transformación sufrida en la Costa del Sol, o la ‘mediterraneización’ de Galicia, Asturias y Cantabria completan de cabo a rabo un litoral como el español, al que los ojos de media Europa miran con la llegada del buen tiempo.