Los perros guía piden usar el transporte público

perro guía‘Yo sí puedo entrar, soy un perro guía’. Este lema acompañado de la imagen de un perro guía es el que se encontrarán, dentro de unos días, los usuarios del transporte público de Alcobendas en los autobuses de la localidad.

Y es que el ayuntamiento del municipio madrileño acaba de mostrar su apoyo a una campaña de concienciación sobre la entrada de estos perros en los transportes públicos, emprendida por el Consorcio Regional de Transportes de Madrid.

En nuestro país, el Ordenamiento obliga, desde 1985, a aceptarlos en cualquier espacio de uso público. Y por este motivo, se inicia una campaña pensada, sobre todo, para sensibilizar a los usuarios del transporte metropolitano, desconocedores en muchos casos de los derechos de las personas con discapacidad visual.

En la actualidad, hay 1000 personas con ceguera o grave discapacidad visual utilizando el perro guía, según datos de la Fundación del Perro Guía, el único centro en España en el que se entrenan y que entrega 100 cada año de forma gratuita. Algo importante, si se tiene en cuenta que su coste puede ascender a unos 42.000 euros.

En estas instalaciones, de más de 100.000 metros  cuadrados, se trabaja principalmente con tres razas (labrador, golden retriever y pastor alemán), que son instruidas a lo largo de varios meses en el que aprenden aspectos como cruzar las calles en línea recta, el evitar obstáculos o el marcar puertas.

Un aprendizaje que culmina con la adaptación del perro a las características del solicitante, para lo que se tiene en cuenta factores físicos como la velocidad de paso, el peso, la altura; o psicológicos como la iniciativa del dueño: todo para convertir al perro guía en los ojos de su cuidador.

De ahí la importancia de su acceso a lugares de uso público y de la concienciación  social. Algo para lo que el  conocimiento es fundamental. De ahí que, en la página web de la Fundación, se impartan algunos consejos a tener en cuenta por todos, para no despistar a un perro que tiene como profesión el guiar a su dueño. Por ejemplo, no debemos darle de comer, o tirarle de la correa.

‘Yo sí puedo entrar, soy un perro guía’, llega después de campañas como la tenida lugar en el 2000, en el que se recordaba a taxistas madrileños su deber de dejarles entrar en los taxis, o la tenida lugar recientemente en Ibiza, para concienciar sobre el acceso de invidentes con perro guía a los establecimientos de hostelería.