A partir de ahora, Menorca cuenta con un año de plazo para convencer a la Unesco de que es ella la que debe acoger la sede de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera, Islas y Zonas Costeras. Para ello cuenta con el respaldo del Gobierno central y con un plan de inversiones de siete millones de euros.
Una cantidad que irá destinada a remodelar y adaptar las antiguas instalaciones militares de una base norteamericana que data de la Guerra Fría, para convertirlas en un espacio de investigación y administrativo que pueda acoger todos los servicios de esa sede.
La inversión está ya prevista y las obras comenzarán el próximo año, lo que constituye una ventaja respecto a otros posibles candidatos que aún no tienen comprometido gasto alguno.
El presidente del Consell Insular de Menorca, Marc Pons, apoya evidentemente el proyecto, y nos recuerda que en total hay 140 reservas de la biosfera repartidas por todo el mundo.
Sobre el papel, cualquiera de ellas puede aspirar a acoger la sede, aunque, según Pons, Menorca cuenta con la ventaja de que desde el año 1993, en que la isla entró en ese exclusivo club, ha mantenido una línea de «coherencia» y «respeto por el medio ambiente en su desarrollo turístico» que es reconocido internacionalmente.