Aulas para disfrutar aprendiendo

Foto: Tarek Mohamed
Fotos reportaje: Chiara Cabrera y Tarek Mohamed

El Centro de Formación Padre Piquer de Madrid es un colegio convencional quitando lo que se cuece en sus clases de 1º y 2º de ESO. Hemos entrado en una de ellas para compartir con alumnos y profesores su método de enseñanza, mucho más original e integrador que el tradicional esquema mental que nos podemos hacer de un colegio.

Unos 50 alumnos de 12 años componen un aula de 1º de ESO. Entramos discretamente en la clase y enseguida nos damos cuenta de que se trata de un espacio educativo muy diferente al que estamos acostumbrados.

El aula es muy grande y está divida en varias zonas con pupitres en círculo, ordenadores y despachos. Tres profesores pasean entre los alumnos y un ambiente lúdico y de trabajo en equipo se respira en el ambiente. No hay duda: aquí los alumnos disfrutan aprendiendo.

Aula multitarea del Padre Piquer

La razón es sorprendente. El centro ha apostado por un nuevo modelo alternativo de educación que nada tiene que ver con las clases tradicionales que tenemos en mente y por las que todos hemos pasado. Para empezar, no hay libros de texto y la heterogeneidad del grupo salta a la vista. Ángel Serrano, director del centro, nos lo explica:

“Nos encontramos en la que llamamos aula cooperativa multitarea. Aquí prima el aprendizaje en equipo, las nuevas tecnologías (usamos por ejemplo libros digitales) y la integración social de los alumnos”.

La inclusión es objetivo prioritario porque el centro acoge cada año a un 32% de alumnado inmigrante: 26 nacionalidades diferentes conviven en estas y otras clases, y la mayoría de los alumnos, extranjeros o no, provienen de un nivel socioeconómico medio-bajo.

Estos datos lo configuran como un modelo de centro abierto a la diversidad social, lingüística y económica. Sus características algo “especiales”, le conferían la necesidad de crear un sistema educativo que diera respuesta a toda la diversidad que lo compone. Gregorio Casado, jefe de estudios de la ESO  y de bachilleratos del centro, nos da más datos:

«El proyecto surgió ante la dificultad de dar respuestas educativas de calidad ante las grandes diferencias existentes en cuanto a capacidades, estilos de aprendizaje, culturas, intereses o motivaciones de los alumnos. Por este motivo, en lugar de seguir en la línea de apoyos y refuerzos habituales, apostamos por alternativas más inclusivas: más profesores y recursos en la misma clase en lugar de ir sacando a aquellos alumnos con un nivel más bajo, por no conocer la lengua o por portarse mal», comenta.

Alumnos frente al ordenador

Integrar en lugar de separar. Pero no sólo con la inclusión de más profesores por clase, sino con las propias asignaturas. Gregorio continúa:

«Los alumnos aquí trabajan por ámbitos de conocimiento. Los hemos dividido en dos: el socio-lingüístico, que engloba las asignaturas de lengua, sociales e inglés y el ámbito científico- tecnológico, que abarca ciencias, tecnología y matemáticas. De esta forma, los chicos pueden recibir varias horas seguidas de uno de los bloques y recibir una formación global sobre todo lo que abarca el área de conocimiento que le toque».

Así, los niños consiguen un aprendizaje más completo, aunque esto supone un esfuerzo notable por parte de los profesores (tienen que crear temarios en los que, a partir de un hilo conductor, se puedan integrar todas las asignaturas en «una sola») y los resultados merecen la pena.

Los profesores también sienten sus ventajas: al ser varios en el aula, las clases son más relajadas, tienen tiempo para preparar material educativo y la tutoría se puede hacer de manera más individualizada, dedicando todo el tiempo necesario a los alumnos que van retrasados o a los que destacan. El director del centro afirma:

«La relación entre alumnos y profesores es mucho más cercana porque pasan muchas horas todos juntos. La posibilidad de hacer distintas tareas en el aula, (mientras un grupo repasa los conceptos del día, otro está con los ordenadores y otro recibiendo una formación de refuerzo por ejemplo), no genera caos ni entorpece el aprendizaje como se podría pensar en un primer momento, sino que genera una integración y coordinación sorprendentes aunque lógicas, si pensamos que todo ha sido trabajado por los profesores con antelación».

Los profesores valoran especialmente los contenidos socio-emocionales que imparten en sus bloques temáticos, así como las nuevas tecnologías en las que apoyan muchas de sus clases.

«Los alumnos manejan Internet con frecuencia, nos interesa que los chicos aprendan a saber buscar información con los medios propios de que dispone el aula», matiza el jefe de estudios.

RESULTADOS

Foto de la reciente visita del presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, al centro (Foto: Chiara Cabrera)

El proyecto comienza su séptimo año consecutivo y, a juzgar por los resultados positivos, no será el último. Casado matiza:

«Empezamos con este modelo en el año 2003 en dos de las cuatro clases de primero de la ESO. Una empresa externa evaluó los conocimientos antes y después de terminar el curso. Los indicadores fueron positivos, y en comparación con las otras clases, los conocimientos aprendidos fueron mayores. No sólo el rendimiento, sino el nivel de satisfacción de los alumnos, los familiares y los profesores fue más alto en el ‘Aula Cooperativa Multitarea’.

A partir de ahí, el proyecto ha ido evolucionando hasta alcanzar todas las clases de 1º y 2º de ESO, donde varios profesores desarrollan simultáneamente distintas líneas de trabajo con la ayuda de las nuevas tecnologías y la cooperación entre equipos de alumnos y  profesores.

Esta labor mereció en 2006 el reconocimiento de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en el apartado ‘Experiencias educativas innovadoras en la integración del alumnado inmigrante y educación intercultural’.

El modelo educativo ofrece también un reforzamiento de la institución familiar, con la creación en el año 2000 del Centro de Atención a las Familias (CAF), en colaboración con la Universidad Pontificia Comillas. Su objetivo es el asesoramiento individual y familiar, la orientación y mediación en los problemas personales y familiares, desde la proximidad del centro educativo. Ángel Serrano continúa:

“Un equipo de psicólogos, abogados y mediadores están diariamente disponibles para las familias y alumnos de todo el centro que lo necesiten y ayudar así a resolver conflictos interpersonales”.

UNA GRAN APUESTA EDUCATIVA

Pero el centro es más que las aulas cooperativas multitarea. Por su gran apuesta por la Formación Profesional, es una de las grandes apuestas educativas de la Obra Social Caja Madrid y se configura como el primer espacio educativo promovido por la entidad hace cerca de 50 años en el barrio de ‘La Ventilla’. Es además el mayor de los once centros educativos sostenidos por Caja Madrid y, dirigido por la Compañía de Jesús, ha alcanzado un gran prestigio.

Actualmente, más de 1.000 jóvenes se forman en él cada año y pueden acceder a los niveles educativos reglados de Secundaria, Bachillerato, Ciclos formativos de Formación Profesional de Grado Medio y Superior y Programas de Cualificación Profesional Inicial, así como módulos de formación para personas en desempleo.

El centro ofrece hasta diez especialidades, agrupadas en las siguientes  modalidades: Administración de Sistemas Informáticos en Red, Administración y Finanzas, Integración Social, Desarrollo de Productos Electrónicos, Gestión Administrativa e Instalaciones de Comunicaciones, ofreciendo un excelente abanico de posibilidades para el futuro profesional de estos jóvenes y su incorporación al mercado laboral.

Las nuevas tecnologías, el aprendizaje en equipo y la colaboración del mundo empresarial, que ofrece períodos de prácticas formativas a los alumnos en sus empresas, convierten en un centro de referencia por una metodología innovadora, un profesorado comprometido y unos alumnos muy preparados para el futuro laboral.