Testimonio de una voluntaria en África

Foto: Lucila Bergareche Blas
Fotos de la entrevista: Lucila Bergareche Blas

“La solidaridad no tiene edad”. Éste es el titular que ha elegido Rocío Fernández Díaz, autora de esta entrevista y alumna del Máster de Comunicación Social y Accesibilidad que imparten la Universidad Rey Juan Carlos, la Agencia de Noticias Servimedia y la Fundación Vodafone. Según la entrevistadora, tenemos una idea de África como un lugar de guerras, inseguridad, hambre, pero es mucho más: también en ese continente se ven sonrisas, ilusión, ganas de cambio, alegría y fuerza para afrontar un día más. Es lo que le ha contado Lucila Bergareche, voluntaria de la ONG carmelita Karit-Solidarios por la paz. Os dejamos con su entrevista.

Lucila es una joven licenciada en Publicidad, que a sus 27 años ha conseguido mucho con poco. Un día se propuso hacer algo por la sociedad y con los mínimos medios que tenía, porque estaba en paro, decidió llenar la maleta y partir donde le dictó su corazón. El destino fue Mozambique, uno de los países más pobres del mundo, situado en el África subsahariana,  para participar en la ayuda de los más desfavorecidos.

¿Qué es lo que un día te movió para dejar tu vida acomodada e irte a África como voluntaria?

Empecé como voluntaria cuando estaba en la universidad, quería hacer algo más con mi tiempo libre, algo que me llenara, que me hiciera crecer como persona, así que me metí como monitora en grupos juveniles. Después de varios años de reuniones, encuentros, campamentos, me di cuenta que necesitaba algo más y que ese algo más era viajar y tener un primer contacto con África.

¿Qué requisitos hay que tener para ser voluntaria de una ONG?

Estar dispuesto, tener ilusión y ganas. Estar dispuesto a ‘gastar’ tu tiempo en los demás, a querer cambiar el mundo en el que vivimos poco a poco con tus actos, y tener unos principios semejantes a la ONG a la que quieras pertenecer. Y para irte de voluntariado internacional, además de lo dicho, tener conciencia de que no vas a tener las mismas comodidades que en tu ciudad, ganas de trabajar y una buena salud.

Niños lavándose los dientes.

¿Por qué decidiste ir a Mozambique con la ONG Karit?

El año pasado fui como voluntaria a Burkina Faso y al volver supe que tenía que repetir, que quería más. Así que me apunté al curso de voluntariado internacional que iban a hacer en Karit. Tenía varias opciones como Colombia, Perú y Ruanda, pero decidí Mozambique porque quería que fuera África. Es un continente que me llama muchísimo la atención, tiene mucho que ofrecernos, tenemos mucho que aprender de él y unas culturas muy ricas.

¿Qué función tuviste en la ONG?

Fuimos cinco voluntarios. En Khongolote, cerca de Maputo, estuvimos realizando durante el primer mes actividades lúdicas y educativas con los niños de las comunidades cercanas, como talleres de higiene, teatro, canciones, deportes y educación en valores, y por las tardes impartíamos un curso de español y otro de informática. El último mes volamos a Meconta, en Nampula (al norte del país); allí realizamos también actividades con niños y estuvimos conociendo la realidad del norte e identificando posibles proyectos para colaborar en un futuro.

¿Qué situación te encontraste en Khongolote y Meconta?

En los dos meses que estuve allí no tuve miedo nunca, ni sensación de peligro. Tenemos una idea de África de guerras, inseguridad, hambre, pero África es mucho más que eso. Yo he conocido sonrisas, ilusión y ganas de cambio. También precariedad, eso sí, pero en el fondo se percibe la alegría y la fuerza que tienen para afrontar un día más.

Niños coloreando en la escuela

Una vez que te encuentras en el poblado, ¿las familias eran receptivas a la ayuda que les dabais?

Sí, la gente nos acogió de maravilla, nos solían saludar por la calle y todos los niños del barrio acudían siempre a las actividades de los sábados. Además, cuando España ganó el Mundial de Fútbol la gente nos daba la enhorabuena, fue curioso e hizo que nos integráramos también más y más pronto.

¿Cómo se ayudaba a los niños para integrasen la educación en sus vidas?

En general, todos los niños que tuvimos iban a la escuela, el problema aparece cuando son jóvenes y llegan al bachiller que allí son tres años. La educación en Mozambique es gratuita, en teoría, porque hay una gran corrupción. Por ejemplo, para el bachiller los alumnos tienen que pagar una ‘vaga’, que es un dinero (3.000 meticales, unos 75 euros) por los tres años que le tienen que abonar al profesor. Hay mucha gente que no se lo puede permitir y se encuentran con 17 o 18 años sin un trabajo y sin haber finalizado los estudios.

¿La crisis mundial ha afectado en los fondos económicos de la ONG?

Sí, ha afectado y mucho. La Ayuda Oficial al Desarrollo sufrió un recorte de 600 millones de euros en 2010 y se prevé que vuelva a sufrir una bajada en 2011. Al mismo tiempo, muchas subvenciones de cooperación al desarrollo de ayuntamientos y comunidades autónomas también han sufrido recortes o algunas incluso ni han salido. Si seguimos en esta línea, para las ONG de desarrollo será más difícil trabajar y mantener proyectos en países del Sur. También, aunque las ayudas oficiales hayan decrecido, los socios siguen teniendo su compromiso con Karit y siguen colaborando económicamente con nosotros. A pesar de la crisis, la gente sigue siendo solidaria.

¿Volverás a repetir la experiencia?

Sí, sin duda. Pero me iría más tiempo, dos meses se quedan cortos.