La formación universitaria no es completamente accesible. Es una afirmación tajante y dura, pero real pues diversos estudios realizados por el Observatorio Universidad y Discapacidad(OUD) así lo confirman.
El primer informe titulado ‘La accesibilidad en el entorno universitario y su percepción por los estudiantes con discapacidad’ fue elaborado en 2008 y, según sus responsables, ya revelaba que los mayores esfuerzos de la comunidad universitaria se concentraban en la accesibilidad física. Sin embargo, detectaba una formación del personal poco sistemática, unos servicios de apoyo al estudiante con discapacidad muy heterogéneos y un déficit del material adaptado. Además, los estudiantes percibían su llegada a la universidad como un reto personal de autonomía e integración.
Por su parte, el segundo de los documentos se realizó el pasado año y pretende ser un estudio sectorial por comunidades autónomas de la accesibilidad del entorno universitario y su percepción. En él, se concluye que lo mejor de las universidades en materia de accesibilidad son las aulas y el transporte público, mientras que lo peor son los desplazamientos verticales en los edificios (por escasez o avería de los ascensores, en la mayoría de los casos). También en este estudio, realizado en 2009, los estudiantes echan en falta más materiales accesibles.
Durante la presentación de ambos informes, Luis Crespo, director general de la Fundación ONCE aseguró lo siguiente:
«Son un primer paso para conocer la realidad y poder actuar, lo que no sólo depende de las asociaciones o las universidades, sino también por el compromiso de las administraciones públicas».
Crespo también recordo que:
«Tan sólo un 5% de las personas con discapacidad tiene estudios universitarios algo que multiplica las dificultades de acceso al empleo. Es importante contar con universidades cuyos alumnos puedan desenvolverse con normalidad tengan o no discapacidad«.