Alberto Rivero es un joven liberal que padece un trastorno bipolar y que cada día lucha por su integración social. Le hemos hecho una entrevista y, además, porque es muy original, nos ha contado que es un revolucionario metido a socialdemócrata, que es una persona sensible sin llegar a sensiblero, serio, pero nada aburrido, solidario, sexual, madridista, cheguevariano, antiracista, amante de la pitura y del jazz y que le gusta mucho bailar. Por cierto, busca novia y se ríe al contarlo, pero, mientras tanto, aquí nos ha dejado su correo electrónico por si alguna buena moza está interesada en conocerle.
Eres abogado, ¿por qué ya no ejerces?
Sí, soy abogado, pero se trata de una carrera que si se ejerce debe apoyarte algún lobby jurídico, un gran despacho, y yo no pertenecí a ninguno nunca ni ahora tampoco. Actualmente no ejerzo, ni en Madrid ni en América central, donde ejercí más o menos 5 años como notario público. ¿Y por qué no lo hago? Pues, parafraseando a Groucho Marx: “un club que me admite en su seno no es de fiar”.
Viviste en Costa Rica y allí sí ejercías. ¿Cómo fue tu experiencia en todos los sentidos?
Costa Rica es un gran portaviones norteamericano frente a Cuba. Me dedique a defender básicamente a su mano de obra maltratada en sus derechos fundamentales. Fundamentalmente, nicaragüenses y salvadoreños. Costa Rica es para ir quince días de vacaciones. Ni son neutrales políticamente ni hay democracia ni estamos hablando de la tranquila Suiza. De hecho, tienen un ejército “camufladillo”. Pero hay que vivir en el centro de San José y salir a las tantas de la madrugada a dar un “voltio”. Es toda una experiencia.
Aunque ahora no ejerces, ¿cómo aplicas todos los conocimientos adquiridos en tu formación hoy día? ¿Querrías volver a ejercer en el futuro?
Mi cabeza y mis conocimientos son básicamente jurídicos, pero ir a un juicio… no gracias. Para el futuro tengo mis dudas.
En el país centroamericano comenzó el primer brote del trastorno bipolar que padeces. ¿Podrías contarnos tu historia? ¿Cómo lo sobrellevaste en un país como este? ¿Si te repercutió positiva o negativamente? ¿Qué consecuencias tuvo en tu vida la aparición de la enfermedad? ¿Cómo estás ahora?
Estaba solo y no sabía nada de esta enfermedad. Me vi pedido entre un montón de fardos humanos en un hospital donde la sanidad pública costarricense se volcó con este “galleguillo”, como llaman allí a los españoles. Fue en el centro en el que me hospitalizaron donde me diagnosticaron que padecía un trastorno bipolar. Aunque los médicos nunca aciertan en cuál es el detonante exacto de una crisis, para mí se debió a la amenaza de muerte que tenía sobre mi cabeza por las extremas derechas nicaragüenses y costarricenses por aquel entonces. Luego vienieron mis padres a Costa Rica, ya mayores, y me salvaron. Pero perdí contactos de allá y de aquí y me tuve que recuperar sobre todo gracias a la ayuda de mi madre: doña María Cuende. Siempre agradecido.
¿Qué ha supuesto la enfermedad en tu vida? ¿Cómo te ha afectado? ¿Qué has aprendido de ella?
Un parón en el que se pierde tiempo. Sin embargo, gracias al litio, el estabilizador de ánimo que tomo para estar estable, y a la terapia a la que acudo cada lunes he entendido cosas que antes no había podido como el estigma que va parejo a una enfermedad mental. También he aumentado mi propio autoconocimiento y, por desgracia, he visto lo que es la marginación.
Recientemente ha fallecido tu padre, Fernando Rivero, y esto ha supuesto un cambio en tu vida. ¿En qué momento de tu vida te encuentras en este instante? ¿En qué consiste la función de comisario que realizas de las obras de tu padre que era un reputado pintor?
Es triste que el fallecimiento de tu padre te lleve a una nueva y bella faceta, la de ‘marchante’ de su obra y quizás, para el futuro, de otr@s pintores. Recopilo, busco en subastas pintura de mi padre. También cuido físicamente los óleos, marcos, restauraciones y la publicidad.
Sé positivamente que la búsqueda del Amor es una constante en tu vida. Siempre en busca de esa compañera que comparta tus días, a la que poder amar, quien te ame. ¿Por qué es tan importante una mujer en tu vida? ¿Cómo desearías que fuera? ¿Qué la pedirías como mínimo y qué crees que podrías ofrecerla?
Soy un hombre sincero, honesto y me gustaría ser inteligente. Soy muy sensual, viene de familia, de hecho, mi abuelo Carlos Rivero con 93 años tenía novia. En realidad busco lo que ofrezco más, claro, comprensión absoluta de mi enfermedad. Me gustaría encontrarme con una chica sexual a tope, guapa y buena gente. Por mi parte, decir que estoy divorciado, pero que si alguien quiere ponerse en contacto conmigo pueden mandarme un correo a fernandoriveroramirez@yahoo.es. Esto es hacerme publicidad, pero ya que estamos es una buena oportunidad para mí con la situación que vivo. Así que dejo aquí mi correo electrónico por si alguna mujer le interesa.
Cada lunes acudes a una terapia en el Hospital Gregorio Marañón, ¿qué significa esta cita semanal para ti? ¿Qué beneficio te reporta? ¿Recomendarías acudir a iniciativas como estas a otras personas con enfermedades mentales?
Me reporta equilibrio y aprendizaje. En la salud pública debería haber más ayudas como estas, grupos en los que las personas con enfermedad mental encuentren información y un lugar para expresarse y resolver sus dudas. Esta terapia es un magnífico recurso para personas con mi dolencia y debería cundir el ejemplo. Así que desde aquí animo a las autoridades para que prosperen ejemplos como este.
Por lo visto en la consulta de uno de tus psiquiatras tienes un trabajo sobre la desestigmatización de la enfermedad mental. ¿Podrías contarnos en qué consiste?
Está a la entera disposición del lector en el Departamento de Psiquiatría del Gregorio Marañón. Trata sobre la desestigmatización, sí, y abarca varios apartados entre los que se encuentra uno de autoconocimiento, otro titulado ‘Desprecios de los no conocedores’, otro que se llama ‘Sapiencia del tema’ y otros dos que sirven para que las personas con trastorno bipolar aprendan a dominar los estresores y a identificar los pródromos. Me encanta esta palabra. Significa algo así como los síntomas que podemos identificar cuando nos está sobreviniendo una crisis y que, si los controlas y te estudias un poco a ti mismo, te llevan hacia el camino de la estabilidad, que es la meta por conseguir de cualquier persona que padece un trastorno bipolar.