La imagen de la semana: retratos de la malaria

Fotos:
Fotos: Manuel Charlón

El día 25 de abril se celebraba el Día Mundial de la Malaria, una enfermedad mortal que acaba con casi un millón de vidas al año, casi todas en el África Subsahariana. Pero lo que quiere recordar la campaña internacional “Stop Malaria Now!” es que esta enfermedad es erradicable, prevenible y curable si se ponen los medios necesarios.

En febrero 2011, y en el marco de esta campaña en la que participa la ONG Medicusmundi, se realizaba un viaje de prensa a Uganda, el tercer país más endémico de malaria o paludismo en África, incidiendo especialmente en cómo afecta la a la mujer en dicho país. De ese viaje son estas fotografías,  tomadas por el fotógrafo Manuel Charlón y que queremos daros a conocer porque cada una de ellas tiene una historia detrás.

Foto 1: Milly Kirya y su hijo, Isma Maberi, viven en un poblado cercano a Jinja. Allí, las estrategias gubernamentales del plan contra la malaria apenas llegan. Cuentan que en su casa tienen una mosquitera que consiguieron a través de una ONG local, y que han tenido suerte: este año, Isma sólo ha contraído la enfermedad en una ocasión, así que en lo que va de curso, únicamente ha perdido seis días de clase. A algunos de sus compañeros sólo los ha visto durante algunas semanas, los días que no han estado enfermos.

Foto 2: Namulinda tiene 65 años y nunca ha salido de su país, Uganda. Dice que jamás ha conocido a nadie que no haya padecido malaria, una enfermedad que se ha llevado por delante a decenas de sus familiares, amigos y vecinos. Pero el doctor Jimmy Opigo, director de una ONG local que vive y trabaja en la zona donde reside Namulinda, conoce a una persona que nunca ha sufrido paludismo. Se trata de su hija, de 16 años, quien desde que nació duerme bajo una mosquitera tratada con insecticida y a quien ha enseñado las normas básicas para evitar la picadura del mosquito que desencadena esta enfermedad.

Foto 3: Uno de los problemas con los que se encuentran los profesionales de la salud en hospitales como el de Moyo -una región del norte de Uganda donde residen 300.000 personas- es que escasean las herramientas necesarias para diagnosticar la malaria, cuyos síntomas iniciales son similares a los de muchas otras enfermedades. El resultado es que se desaprovechan los escasos medicamentos contra el paludismo con los que cuentan con pacientes de los que no tienen más pruebas de que sufren malaria que la fiebre, que puede responder a un sinfín de causas.

Foto 4: Isabirhe Jocobo acudió con su hija, de 10 meses, al hospital de Jinja el día que se tomó esta imagen. El bebé tenía fiebre y diarrea, y aunque ella no estaba segura de que fuera malaria, sabía que podía tratarse de esta enfermedad y que cuanto antes iniciara el tratamiento, más probabilidades tendría de sobrevivir.

Foto 5: Esta fotografía, incluída en nuestra portada, nos recuerda que cada 45 segundos muere un niño a causa de esta enfermedad, la mayoría en el África subsahariana. Muchos de ellos ni siquiera llegan a recibir tratamiento: la distancia a la que se encuentra el hospital es un handicap para las poblaciones rurales más aisladas, pero no el único. Es muy probable que, aunque consigan llegar al centro hospitalario, los medicamentos para tratarlos se hayan agotado. En la mayoría de los hospitales ugandeses los reciben una vez cada tres meses y, según la doctora Christine Ocokuru, responsable del programa contra la malaria en el hospital de Moyo, apenas duran unas semanas. “Hoy mismo han llegado varios niños con síntomas, pero no tenemos nada que darles aparte de una cama”, decía el día que se tomó esta imagen.