Las enfermedades raras apelan a la diversidad para integrarse con éxito en los colegios

Dos niños participando en la iniciativa 'Las enfermedades raras van al cole'
Foto: Feder

Si algo enriquece en la vida es la diversidad, la diferencia. Lo igual no enseña, tampoco incomoda, pero no puede ser lo único que exista, lo único que pueda calificarse como “normal”, pues todo existe por un motivo, por derecho propio, creamos o no. Una diversidad integrada, aceptada, que conviva al menos y no se excluya es un foco de atención que se nos pone en la vida como un regalo para que podamos ayudar, para aprender, para crecer. Precisamente, se torna una experiencia de enriquecimiento mutuo.

No todo es “normal” (o sí), pero no a todo se lo califica de “normal” y por ello se lo extrapola o incluso aparta. Injustamente. Y nuestra labor aquí es aportar nuestro esfuerzo para que nadie sea excluido y difundir, poner en valor y apoyar cualquier iniciativa que favorezca la diversidad, así como la transmisión de valores tan trascendentales como la igualdad, la solidaridad y el respeto.

Hoy nuestro aplauso va por ‘Las enfermedades raras van al cole’, un proyecto educativo guiado por la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder), que con tan sólo una edición ha logrado llegar al corazoncito de casi 3.500 niños de 39 colegios de ocho comunidades autónomas.

Sin duda, el éxito no podría haberse logrado sin la ayuda de los voluntarios que, sensibilizadísimos con el tema de las enfermedades raras (ER), han intentado que los peques, porque es en ellos donde mejor se pueden sembrar las semillas de los valores, convivan con absoluta normalidad con personas con enfermedades poco frecuentes. En este sentido, sus esfuerzos se han dirigido a que los menores con ER sean incluidos especialmente en la etapa escolar y la manera de hacerlo ha sido despertando sus consciencias hacia el gran valor de las diferencias entre alumnos, familias y profesores.

Y es que como proclaman en ‘Las enfermedades raras van al cole’, la escuela ha de ser para todos y más enriquecida será, sin duda, con la diversidad que pueda ofrecer y en un clima de equidad, respeto y comprensión por las diferencias. Porque, según apunta Feder:

Los niños con ER tienen que estar situados como lo que son: parte de la sociedad, en igualdad de derechos frente a cualquier otra persona. Pero para conseguirlo es necesario un cambio de actitudes que debe surgir desde la primera infancia en el contexto escolar