Poemas escritos con el corazón y la nariz

Pío Francisco Abad Troya durante la presentación de su segundo poemario
Foto: Almudena Hernández

Por el mundo voy en silla de ruedas
rehabilitando mis manos
con lastres de arena
rehabilitando mi alma
con frases de poemas

Estos versos pertenecen a Pío Francisco Abad Troya (Jimbura, Ecuador, 1980) y los encontramos en el segundo poemario que acaba de publicar, titulado ‘Poesía sobre ruedas’, en el que plasma vivencias y situaciones cotidianas desde que en 2008 sufrió un accidente que le provocó una tetraplejia.

El autor, que solo puede mover los músculos de la cara y vive en la Fundación del Lesionado Medular de Madrid, se sirve de una herramienta tecnológica que mediante un sensor de infrarrojos identifica un adhesivo que le colocan en la nariz, con el que puede manejar su ordenador.

Gracias a este dispositivo, Abad Troya escribe versos, se comunica con su familia de Ecuador, maneja su perfil de Facebook y adquiere formación. De hecho, recientemente el joven ecuatoriano se licenció en Abogacía, estudios que ha cursado en la modalidad de enseñanza a distancia a través de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), con varias sedes en España.

Precisamente, la sede madrileña de la institución universitaria acogió recientemente la presentación de ‘Poesía sobre ruedas’, en un acto que contó con la presencia de compatriotas y autoridades ecuatorianas, como el cónsul de Ecuador, Gustavo Mateus, la asambleísta Dora Aguirre Hidalgo y el sacerdote Gabriel Córdova, representante de la UTPL en Madrid.

Ante decenas de asistentes, el escritor ecuatoriano desveló las claves de su nuevo trabajo creativo y su filosofía vital desde la discapacidad:

No se puede dar tregua al conformismo cuando hay mucho que hacer, y más aún cuando se puede hacer. Escribir poesía para mí es más que un arte inclusivo que me permite llegar donde con mis pies no llego. Es un horizonte de posibilidades, de oportunidades, es un recodo de la vida en el que me refugio constantemente, cuando me acecha el desánimo y no encuentro salida. Es también un gesto de rebeldía, plasmado en una cartulina que lo soporta todo, incluso lo que yo diga

La primera incursión literaria de Abad Troya fue en 2006, con ‘El sueño de los ausentes’, obra que también autoeditó.

En estos días el abogado se encuentra en Ecuador, donde ha visto a su familia después de muchos años y por primera vez tras sufrir el accidente que le impide moverse, pero no pararse.