La educación, clave para abolir el trabajo infantil

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Hoy, 12 de junio, celebramos el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Desde hace 13 años la Organización Internacional del Trabajo conmemora esta jornada con la intención de dar a conocer el alcance de este problema que afecta a 120 millones de niños de 5 a 14 años en todo el mundo.

Pero, ¿qué entendemos por trabajo infantil? Según la OIT es “todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. Se trata de trabajos que, por tanto, peligran su bienestar y no les permiten tener una escolarización adecuada. Los sectores donde más se manifiesta el trabajo infantil son la agricultura (58,6%), la industria –minas, manufacturas o construcción— (7,2%) y el servicio doméstico (6,9%).

Entre las causas del trabajo infantil se señalan una serie de factores tales como la pobreza, la falta de trabajo decente para los adultos o la incapacidad de garantizar la asistencia a la escuela. En muchas ocasiones el trabajo infantil adopta una posición extrema con condiciones de esclavitud, siendo obligados a luchar en las guerras o forzados a ser prostituidos.

Ante este panorama, la Organización Internacional del Trabajo ha propuesto este año que el lema de la jornada sea “¡No al trabajo infantil, sí a una educación de calidad!”. Y es que la educación desempeña un papel clave en la lucha contra esta lacra. La asistencia de los niños a las escuelas les aparta del mercado laboral y permite que adquieran los conocimientos y destrezas necesarios para su posterior desarrollo profesional.

Naciones Unidas fijó como objetivo para este año que todos los niños del mundo tuviesen, al menos, la educación primaria. Aunque esta meta aún no es alcanzable, ha quedado de manifiesto que el trabajo infantil es uno de los principales impedimentos para ello. Ante este panorama la OIT propone una serie de medidas que hagan que el trabajo infantil sea algo del pasado:

  • Proveer una educación de calidad gratuita y obligatoria.
  • Garantizar que todos los niños tengan acceso a condiciones de enseñanza seguras y de calidad.
  • Ofrecer oportunidades para los niños mayores, que no han podido acudir a la escuela, con programas de Formación Profesional.
  • Garantizar la coherencia entre las leyes sobre el trabajo infantil y la asistencia escolar.
  • Disponer de personal docente formado y motivado.
  • Proteger a los jóvenes trabajadores cuando dejan la escuela para acceder al mercado laboral y prevenir que caigan en formas inaceptables de trabajo.

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Aún queda mucho trabajo que hacer, pero hay esperanza. Según las estimaciones de esta organización de Naciones Unidas, en la última década el trabajo infantil se ha reducido en un 32%, y los trabajos considerados como peligrosos en un 50%. El principal desafío para la OIT en los próximos años será crear una alianza encaminada a aportar medidas que permitan la desaparición del trabajo infantil.