Crecer de forma sostenible y respetando el medio ambiente es todavía una asignatura suspensa para muchas ciudades del mundo. Pero también es cierto que existen algunas que han sido capaces de hacer avances significativos, demostrando que sus habitantes han desarrollado verdadera conciencia ecológica. Son localidades innovadoras y creativas, que buscan respuestas ‘verdes’ a sus necesidades; lugares en que los ciudadanos asumen el compromiso colectivo de luchar contra la contaminación.
Copenhague es una de esas ciudades que con frecuencia es señalada como ejemplo a seguir. Es muy conocido su ambicioso plan para convertirse en la primera gran capital del mundo libre de emisiones de carbono en 2025. El proyecto prevé que en ese año el 75% de los viajes dentro de la ciudad se hagan a pie, en bicicleta o utilizando el transporte público. Las calles de la capital danesa son el sueño de todo amante de las dos ruedas; y además, las instituciones se preocupan por reducir la cifra de accidentes y hacerlas cada vez más seguras para los ciclistas. Copenhague fue elegida en 2014 Capital Verde del año por la Comisión Europea.
También Vancouver es un modelo a nivel mundial. De hecho, en su día trazó un plan a diez años para convertirse en la ciudad más verde del planeta en 2020. Una iniciativa en la que se involucraron empresas, asociaciones, instituciones públicas y población canadiense; y que ya ha servido para impulsar fantásticos progresos. Casi toda la energía eléctrica que se consume en el centro urbano procede de fuentes renovables; y el uso de combustibles fósiles en medios de transporte motorizados es cada vez menor. Vancouver destaca como una de las ciudades que más ha conseguido reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en las dos últimas décadas.
Hay quien opina que no hay una ciudad más sostenible que Reikiavik. También en la capital de Islandia han sabido planificar a largo plazo: trabajan para estar totalmente libres de combustibles fósiles en 2050. La mayor parte de la energía utilizada allí es hidroeléctrica o geotérmica. Además, han tratado de apoyar modos de vida muy saludables. Es fácil encontrar en sus comercios productos procedentes de huertas ecológicas y existen numerosas propuestas de ocio y turismo que permiten disfrutar de los espacios naturales próximos.
La apuesta por la energía solar es todo un sello de identidad en Friburgo (Alemania), donde podemos ver paneles en todo tipo sobre edificios públicos y privados, escuelas e incluso iglesias. Las casas pasivas y diseñadas para ahorrar energía son habituales; y los lugareños colaboran muy activamente en la separación y el reciclaje de residuos. Es célebre el barrio de Vauban, a las afueras, donde los automóviles han llegado a estar poco menos que prohibidos.
La única ciudad española que ha sido destacada alguna vez como Capital Verde del año en Europa ha sido Vitoria, que alcanzó el galardón en 2012. Sus amplios espacios verdes, las medidas puestas en marcha para reducir la contaminación lumínica y la concienciación de la ciudadanía para disminuir el consumo de agua en los hogares fueron los aspectos destacados por el jurado al anunciar su elección.