Microrrelatos con macrosignificados

Una conversación con los autores de las obras premiadas en el III Concurso de Microrrelatos Monte de Piedad “Carmen Alborch”

El pasado 6 de diciembre se hizo la entrega de premios del III Concurso de Microrrelatos Monte de Piedad “Carmen Alborch”, para el cual se recibieron más de 1600 textos y que busca fomentar la creación literaria. La gala, celebrada en nuestra sede de Casa de las Alhajas, fue presentada por Ignacio Elguero, que fue jurado del certamen junto a los también periodistas y escritores Antonio Lucas, Mara Torres y Carlos del Amor bajo la presidencia de Cristóbal Sánchez, director general de Fundación Montemadrid. La obra ganadora ha sido el microrrelato Los ángeles muertos, del madrileño Jesús Francés Dueñas. Definiciones, del cubano Jorge Luis González Castro, se llevó el segundo premio. Además, se concedieron tres accésits correspondientes a Sabiduría ancestral, del argentino Marcelo Medone, Frambuesas, de la burgalesa Ana Isabel Cámara García, y Zurcido espacial, del sevillano Francisco Germán Vayón Ramírez. Hablamos con los autores de estos microrrelatos sobre la experiencia, su obra y su vinculación con el tema de la convocatoria, “Planeta vulnerable”.

La relación de cada uno de los autores premiados con la escritura es diferente, aunque en todos los casos viene de lejos. Jesús Dueñas comenzó escribiendo poesía. Poco a poco se fue centrando en los microrrelatos, un formato en el que confiesa sentirse muy a gusto ya que “permite centrarse en lo realmente importante, desechando lo superficial o accesorio. Es un desafío, pero ahí estriba el encanto”. Jorge Luis González Castro comenzó leyendo desde muy joven, “hasta que un día pensé en la idea de producir sensaciones a través de la escritura. No me considero un escritor, aspiro a ello”. El autor cubano incluso quiso hacer el microrrelato en menos de 150 palabras y propone algunas bases para la redacción de este formato: “Elegir las palabras con cuidado, tener ideas ocultas, sorprender al lector y, sobre todo, dejarle completar la historia con su imaginación”.

Ana Isabel Cámara también se aproximó a las letras primero como lectora y luego como escritora: “Siempre fui muy aficionada a la lectura y, cuando lees mucho, acaba dándote envidia esa sensación que provocan los autores que te gustan”. Aficionada a los relatos en la lectura de Alice Munro, desde entonces la autora se siente mucho más cómoda en el formato corto. La primera incursión en las letras de Germán Vayón fue en 2007, cuando se presentó a su primer certamen y lo ganó. Para él, el microrrelato, “más que sintetizar, es otra forma de contar”. Por su parte, Marcelo Medone ha crecido entre libros —su padre era librero y editor— y publicado en varios países. Como él mismo nos cuenta, la adaptación al formato corto fue sencilla: “He escrito centenares de haikus y microrrelatos, así que me sale natural escribir en pocas palabras, sin demasiado adorno”.

Jesús Francés Dueñas. Primer Premio por Los Ángeles Muertos

 

Como el tema del III Concurso de Microrrelatos Monte de Piedad “Carmen Alborch” ha sido “Planeta vulnerable”, hemos querido preguntar a los autores sobre qué vínculo tienen con esta temática y cómo creen que el arte y la escritura pueden concienciar a la sociedad para actuar de una manera más ecoconsciente. Dueñas, el ganador, lo tiene claro: “Intento colaborar de manera individual con el reciclaje, el uso del transporte público y también inculcando a mis hijos una conciencia más responsable. Creo que cualquier expresión artística puede llegar donde otras formas de comunicación no alcanzan, un relato, un cuadro o una película llegan más hondo e impactan más que la simple relación de datos”. González Castro, por su parte, habla de cómo su interés personal por el medioambiente surge de la educación recibida: “Acá en Cuba los programas de estudio tienen una dimensión ambiental. En mis estudios de Derecho recibí una asignatura que se denomina Derecho Ambiental. Me aclaró varios conceptos y acabó de perfilar una conducta a seguir que trato de propiciar en mis dos hijos pequeños”.

Para José Luis González Castro, la inspiración “parte de lo enigmático y lo absurdo. Me propuse poner de relieve a las personas que promueven iniciativas colectivas a favor del medioambiente, que incluso son tildados de locos o disidentes”. Medone, por su parte, no se declara afiliado a ninguna organización ecologista, pero para él “doscientas palabras mueven más conciencias que doscientos euros”. Ana Isabel Cámara siempre ha tenido interés por el tema: “Creo que somos unos inconscientes al creer que controlamos todo por encima del resto de seres vivos cuando en realidad somos una cadena interdependiente. Acabo de leer Sobre los huesos de los muertos, de la Premio Nobel Olga Tokarczuk, y se lo recomiendo a todo el mundo. Aunque evidentemente la conciencia de cada uno surge de sus propias experiencias personales, tiene que darse una reflexión y una sensibilidad personal”.

Ignacio Elguero, presentador del acto de entrega del Concurso de Microrrelatos

 

A pesar de partir de esa misma premisa, los relatos de los ganadores son muy diferentes entre sí, abordando el tema “Planeta vulnerable” desde diversos puntos de vista. Jesús Dueñas lo enfocó “desde la perspectiva de una pareja normal, que vive de espaldas a la emergencia climática y sufre las consecuencias por ello”. En su relato, Definiciones, González Castro habla de múltiples personajes, “los que viven enjaulados; los que les molesta que los demás sean felices; los supuestos expertos legales que legislan sobre lo inconcebible; los que ejecutan órdenes, y por último, el pájaro disidente que alzará la voz para cantar a favor de las causas justas. El lector debe definir con cuál de los personajes se siente identificado”. Para Germán Vayón, la inspiración se dio en la playa, mezclando imágenes de su imaginación con el recuerdo de su vecina Maruja, a la que, “cuando era niño, veía afanarse con la aguja en la puerta de su casa”.

Francisco Germán Vayón Ramírez. Accésit por Zurcido espacial

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Las noticias del telediario. Tanto una sobre cómo necesitan familias en un pueblo de Soria como otras noticias de desahucios crearon un hilo argumental”, nos cuenta Ana Isabel Cámara sobre su inspiración para el relato, en el que, “debido a un interés por la poesía”, priman frases cortas y el uso de todos los sentidos: “Sobre todo visual y auditivo, colores y ruidos que nos rodean. El contraste entre el campo y la ciudad me lo ponía muy fácil”. Medone, por su parte, se imaginó para comenzar a componer su historia “a esa anciana ancestral, la chamana depositaria de la sabiduría de la Humanidad, que es la única que ve el futuro siniestro del planeta y decide hacer algo para cambiarlo”.

Podríamos posicionar el microrrelato como una de las expresiones escritas de la actualidad, de consumo rápido y con conceptos muy marcados. Nuestros autores premiados han reflexionado también sobre cómo “el microrrelato es idóneo para estos tiempos. Vivimos en una sociedad de lo inmediato, el corto plazo, la impaciencia y ya no tenemos tiempo para grandes relatos o novelas largas. Leemos mensajes de WhatsApp, tuits, etc; lo que dura un texto en algunas paradas de metro”. Así lo expresa Dueñas, concepto que Medone retoma al apuntar que “las ideas entran siguiendo el formato publicitario: imágenes y pocas palabras”. Vayón se muestra un poco más optimista al referirse al constante bombardeo de información, que admite supone el “detrimento de otro tipo de lecturas, que sin embargo no deben perderse, y no se perderán”.

Ana Isabel Cámara García. Accésit por Frambuesas

Todos ellos han hecho hincapié en la experiencia que ha supuesto participar y ganar el III Concurso de Microrrelatos Monte de Piedad “Carmen Alborch”. Dueñas recuerda la llamada para comunicarle el premio en tono de humor: “Aún estoy temiendo que descubran que al final todo ha sido un error. Ganar el concurso reafirma la idea de seguir escribiendo y de que, al fin y al cabo, a lo mejor no eres tan malo como crees”. Jorge Luis González menciona cómo “ganar el segundo premio en el concurso auspiciado por Monte de Piedad supone un punto de partida para otros emprendimientos. En mi caso, llevo poco tiempo en la escritura como aficionado, así que los premios son resortes para seguir adelante.”

Para Vayón, el reconocimiento en el concurso ha supuesto “un pequeño incremento en la cuenta corriente y otro más grande en algo tan humano como es la vanidad”. Medone aboga sin embargo por la practicidad, y es que, como él mismo apunta, los concursos literarios también sirven para darse a conocer: “A la larga un premio puede hacer que un editor abra la puerta para leer un texto mío y considerarlo para su publicación”. Mientras que Cámara lo ve como una experiencia enriquecedora con independencia del resultado: “Si ganas o quedas finalista es un subidón de adrenalina y, si no, un concurso siempre es un impulso para seguir practicando y mejorando”.

Marcelo Medone. Accésit por Sabiduría ancestral

Los planes de todos nuestros seleccionados a partir de ahora están claros: seguir escribiendo, leyendo y aprendiendo son las prioridades de Jesús Dueñas, Ana Isabel Cámara y Marcelo Medone en “esto tan hermoso de transformar la hoja en blanco y generar algo que dé para pensar”. Es una idea que comparte Germán Vayón, pero a la que personalmente añade “jubilarme tras más de 38 años dando clases y, sin duda, ganar el Cervantes. Si no lo logro en esta vida, como algún agorero me dice, apuntado queda para la siguiente”. González Castro, por otra parte, pretende usar el empuje de haber ganado el Concurso de Microrrelatos “Carmen Alborch” para embarcarse en nuevos retos: “Mis planes a futuro son poder enfrentarme al desafío de una novela. Es una meta de muchos escritores aficionados”.

Así han recibido sus premios los ganadores seleccionados en esta edición. Nuestro Concurso de Microrrelatos es una convocatoria anual con la que buscamos fomentar la cultura y la creación literaria desde la narración de temas clave para Fundación Montemadrid y las áreas que apoyamos con nuestra labor social.