
Hace aproximadamente cinco años, en 2008, se iniciaba en Texas un proyecto con el fin de plantar un millón de árboles Kiri y limpiar así la contaminación que este suelo norteamericano experimentaba, posibilitando la reforestación y aportación de nutrientes capaces de reconvertir el suelo en terreno fértil.
Esto se debe a que la especie arbórea llamada también Paulownia tormentosa es capaz de absorber diez veces más dióxido de carbono que el resto de árboles, emitiendo además grandes cantidades de oxígeno, lo que hace que pueda convertirse en un gran aliado para luchar contra el cambio climático. Asimismo, posee unas características que le hacen especial, como su resistencia frente al fuego.
De hecho, el ‘Kiri’ es capaz de regenerar sus raíces y vasos de crecimiento con gran rapidez, incluso en terrenos poco fértiles. Sus hojas, al ser ricas en nitrógeno, constituyen un buen abono que aporta nutrientes al suelo, mientras que sus raíces son capaces de prevenir la erosión.
También conocido en China, su lugar de origen, con el nombre de árbol emperatriz, esta especie vegetal crece generalmente hasta los 27 metros de altura, con un tronco de entre 7 y 20 metros de diámetro y cuyas hojas alcanzan un ancho de 40 centímetros.
Otra de sus ventajas es que se trata del árbol que más rápido crece de todo el planeta y con tan sólo ocho años alcanza el tamaño de, por ejemplo, un roble de 40.
Como planta ornamental se popularizó en Japón, extendiéndose después por Europa, en el año 1834. Sabiendo todas estas positivas cualidades, entre otras muchas que tiene, es posible que la Pawlonia tormentosa pueda ser una gran ayuda para acabar con muchos de los problemas que hoy en día son preocupantes desde el punto medioambiental y amenazan la conservación de nuestra naturaleza.