Son voluntarios o cooperantes. Todos ellos han tenido experiencias muy enriquecedoras a pesar del sufrimiento que han visto y vivido. Comparten su experiencia con nosotros: la aventura de ayudar a los demás les ha cambiado la vida:
- -MAITE PACHECO, SAVE THE CHILDREN. Las misiones que he realizado me han cambiado ciertamente la vida en muchos aspectos. Para empezar y como anécdota, una chica que conseguí traer de Cuba ahora es familiar directa mía… Pero además de esta pequeña casualidad, quizá de todos los viajes que he realizado por el mundo, el que más me marcó fue el que hice a los Balcanes. La razón es que, aunque he estado en sitios tradicionalmente mucho más marcantes como Ruanda, me resultó un conflicto mucho más brutal, porque no estaba provocado por la pobreza sino por la violencia humana. ¿Cómo es posible matar a sangre fría al que hasta ahora era tu vecino? ¿Cómo alguien puede transformar las mentes de toda una población de esta forma? Y no precisamente en un lugar salvaje, sino entre personas de un nivel educativo, con una economía media… Pienso que cuando hay hambre puedes llegar a entender que existan conflictos, pero lo que viví allí era, simplemente, odio. Quizá con todo, lo que más he aprendido es a no ver las cosas blancas o negras, a sentirme cerca de personas a las que casi no conozco, a valorar lo que tengo. Tanto me ha cambiado la vida que ahora no me veo trabajando en otra cosa que no sea en lo que hago.
-PEPE ANIORTE, DE SOLIDARIOS PARA EL DESARROLLO. Llevo ocho años saliendo a la calle todos los martes para atender a las personas sin hogar. Trabajo también en la ONG coordinando las actuaciones que realizamos con ellos. Sin duda, este trabajo ha cambiado mi percepción de las personas en riesgo de exclusión social. Estar en contacto con ellas me enriquece cada día, todos han vivido muchas cosas, te cuentan su experiencia, sus historias y vivencias. Cuanto más tiempo paso con ellos más me doy cuenta de que una simple sonrisa, un gesto de cariño fortalece y reconforta mucho a las personas que se sienten solas. No nos damos cuenta, pero en general cuando la gente ve a una persona sin hogar su reacción es bajar la vista o alejarse. Ellas sufren mucho por este motivo, se sienten degradadas. Lo que parece que olvidamos es que siguen siendo personas.