Carlos y otra persona que ha preferido guardar su anonimato nos cuentan su experiencia en Médicos Sin Fronteras (MSF) y el Teléfono de la esperanza. Es la última tanda de solidarios y cooperantes que esclarece aún más el fructífero paso por las distintas ONG:
-CARLO RUGGERI, MÉDICOS SIN FRONTERAS. Llevo diez años en esta ONG. Estuve primero en misiones sobre el terreno y ahora formo parte de la Junta Directiva. Después de haber estado en Ruanda, Republica del Congo, Tanzania, Méjico, Guatemala, Bolivia, etc., me doy cuenta de que en Occidente tenemos una visión muy estereotipada de determinados países. Por ejemplo, ser pobres no quiere decir que esas personas no sepan lo que pasa en el mundo.
A este respecto, recuerda una anécdota que le impresionó:
Estaba de misión para atajar un brote de cólera en una aldea de Kenia donde no había luz, y la única televisión que tenían funcionaba con una batería de coche. Podías preguntarle a cualquier niño de la aldea y descubrías que estaban más al día que tú en cualquier noticia de actualidad del Real Madrid o del Barça. Otra cosa que siempre me impacta es lo parecidos que somos todos los seres humanos del mundo, seamos ricos, pobres o vivamos en guerra. La única diferencia es que algunos han nacido en un lugar en conflicto o donde impera el hambre. Los objetivos en la vida, los anhelos y la búsqueda de la felicidad es igual para todos.
-ORIENTADORA VOLUNTARIA DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA. Trabajo como voluntaria unas 22 horas al mes atendiendo las llamadas del teléfono de la esperanza y ayudando a la persona que se encuentra del otro lado de la línea telefónica. En general, las personas que llaman aquí se sienten solas y son de cualquier edad, género y condición. Aquí nos forman para saber cómo orientarlas. A veces, es difícil porque la mayoría de los que llaman se encuentran en plena situación de crisis personal, familiar o social. Lo cierto es que es muy fácil ponerse en la piel del que te llama, pero cuando cuelgas hay que saber ser un espectador objetivo para que todos los problemas que te cuentan no te afecten demasiado. La verdad es que tenemos casos de todo tipo, pero lo que más me llama la atención es que existen muchas personas en nuestra sociedad que se sienten muy solas y que necesitan hablar y desahogarse. Trabajar aquí me ha ayudado a saber escuchar, a no juzgar y a entender mejor a los demás.