A vueltas con los libros

Es, sin duda, un mayor con mucha marcha. Desde que se prejubiló hace tres años, no ha descansado ni un momento y afirma con rotundidad que se niega “a ser un abuelo tradicional”. Este año, Fernando Múgica ha terminado sus estudios de Graduado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, dentro del programa “Universidad para Mayores”.

Como Fernando, el curso pasado se graduaron 442 personas jubiladas de la Comunidad de Madrid en las diferentes universidades públicas en las que se realizan los cursos.

Su fuerte es la asignatura de Pensamiento porque, según dice, “de joven, yo era un forofo de la Filosofía” y por eso cuando la ha retomado le ha gustado mucho. La Química y la Física, dice, se le “atascaron un poco más”, pero las sacó sin problemas.

Activo y con gran interés por las cosas, Fernando se resiste a ser un abuelo tradicional.  Comenta que “volver a la universidad cuesta, pero merece la pena” porque hoy, echando la vista atrás, piensa que “los cursos son interesantes ya que, además de que se tocan todas las materias, se fomenta la participación y el intercambio de ideas”.

También le han servido para relacionarse con gente de su edad y refrescar conocimientos pasados que ya tenía olvidados.

“Los profesores han enfocado muy bien el programa didáctico y tratan de adaptarse con éxito a la mentalidad e intereses de todas las personas”, y es por eso que “si la salud me respeta, continuaré haciendo cursos”, 

asegura Fernando.

Al ser formación continua, las universidades que participan en este programa educativo para personas mayores renuevan sus contenidos y actualizan sus temarios cada año, por lo que se pueden estudiar cursos de postgrado de diferentes materias según los gustos de cada cual.

En la “Universidad para Mayores” no todo son apuntes y clases dos o tres tardes por semana. Además de la teoría, el programa contempla visitas, excursiones y conferencias de interés para que los alumnos que así lo deseen profundicen en sus conocimientos de las materias. También hay exámenes, chuletas, nervios, muchas horas de estudio, suspensos, tardes en la cafetería y buen ambiente “como en cualquier universidad”.