Hay que caminar y llevar una vida social ‘activa’

No deja de sorprender la cantidad de estudios que se publican en torno al Alzheimer, los cuales lanzan al aire unas conclusiones de tal ‘relevancia’ que curiosamente se quedan en el olvido. Uno de los últimos que acabo de leer en Internet revela que llevar una vida “socialmente activa”, es decir, realizar las actividades domésticas de la casa, ‘interactuar’ con la familia o acudir regularmente a un centro social son disciplinas que potencian la creación de células cerebrales nuevas, lo que reduciría el riesgo de padecer una demencia.

¿No hay personas que han tenido una vida tan socialmente activa o más que, de repente, en la barrera de los 50 años, no recuerdan ni quién son?

También se ha hablado mucho de la actividad física para dar esquinazo a las enfermedades neurodegenerativas. Así, otro estudio que vuela por la Red incide en las virtudes del ejercicio para retrasar la aparición de Alzheimer y otras demencias en pacientes mayores que ya presentan fallos en sus funciones cognitivas.

Los beneficios de hacer ejercicio de manera regular son buenas para todo lo referente a la salud y al envejecimiento saludable. Sí. Pero también sería aconsejable ejercitar los esfuerzos en investigaciones más objetivas y necesarias para encontrar la ansiada cura a estas dolencias. El Alzheimer, por mucho que queramos, si se quiere presentar, se presenta.