Todos hemos leído estos días en los periódicos que tras 20 años de ensayos fracasados, una vacuna del sida se ha mostrado capaz de prevenir el 30% de los contagios. Una inversión de 420 millones de dólares que parece podría permitir que las cifras actuales de contagio, que están en 7.500 personas en el mundo al día, pasaran a ser de 2.500.
Todavía la vacuna está lejos de comercializarse y de asegurar que vaya a funcionar en cualquier población mundial. Por el momento se ha trabajado con una determinada cepa del virus en Tailandia, y habría que ver si se puede hacer extensible a África, por ejemplo.
Por el momento, la vacuna es puramente preventiva. No serviría como tratamiento en las personas ya infectadas. Lo que sí que está claro es que es una excelente noticia y un paso fundamental para conseguir una línea de investigación que vaya por buen camino.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de la ONU contra el sida (Onusida) han expresado su «optimismo» ante los resultados del nuevo estudio para desarrollar una vacuna contra el VIH. La OMS y Onusida consideran que supone un «avance significativo» en la lucha contra esa enfermedad, pero creen que «habrá que esperar más análisis para determinar la duración de la protección y la seguridad» de la nueva vacuna.