'La escamonda': el arte que vio nacer al chopo cabecero

Imagen tomada Web Grupo por la Naturaleza y los Pueblos Sanos
Imagen tomada Web Grupo por la Naturaleza y los Pueblos Sanos

Hace unos días hablábamos de la importancia de desempolvar ciertas prácticas agrícolas de nuestros ancestros para mantener la biodiversidad de nuestras semillas. Una forma con la que cuidar el medioambiente y también nuestra nutrición. Es en esta apuesta por la tradición donde nos encontramos con la labor de la poda y con el chopo cabecero como protagonista.

Durante trescientos años, generaciones de agricultores aragoneses se afanaron en conservar las riberas de sus ríos quitando las ramas inútiles y las hojas secas de los  chopos y álamos. Gracias a esta actividad, denominada ‘escamonda‘, se consiguió una nueva modalidad de chopo negro, el chopo cabecero, que animada por la transformación ganadera de las riberas, ha conseguido expandirse por alargadas dehesas. Tanto, que hoy en día, las riberas de la cordillera ibérica aragonesa albergan las arboledas de chopo trasmocho más extensas, continúas y mejor conservadas de Europa.

Sin embargo, decenas de asociaciones advierten en un manifiesto, elaborado hace unos meses, de los perjudiciales efectos que sobre la supervivencia del chopo han tenido tanto los cambios económicos y sociales en el ámbito rural de las últimas décadas, como la disminución del caudal de los ríos y la construcción de presas y minas abiertas en la zona.

En la actualidad, según un informe del Centro de Estudios de Jiloca, quedan uno 100.000 ejemplares que dan soporte a muchos organismos que se alimentan y crecen en él: algas, líquenes, musgo, hongos, escarabajos, moscas, estorninos, gorriones y lechuzas que encuentran sobre ellos lugar de cría y refugio, especialmente en invierno.

Por este motivo, decenas de asociaciones, como Ancient Tree Forum, Centre Européen des Trognes, la Plataforma Aguilar Natural o la Asociación Cultural el Horno, se han puesto manos a la obra y han alzado sus voces redactando un manifiesto, elaborando informes, e incluso organizando una fiesta. Todo con tal de conservar el chopo cabecero.

El pasado 24 de febrero la localidad de Aguilar del Alfambra se vestía de gala para recibir a estas organizaciones. Una visita a una exposición de pintura, la degustación de comida típica y una demostración de ‘la escamonda’, centraron una jornada que concluyó con la lectura de un manifiesto en el que se reclamaba la declaración de varios tramos de ríos aragoneses como ‘Parque cultural’ por el Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón.

Y si no es fácil encontrar un árbol en el mundo que tenga el honor de contar con una fiesta, suponemos que más difícil debe ser, aún si cabe, toparnos con uno que haya servido de inspiración para un poeta de la talla de García Lorca. He aquí su particular homenaje:

¡Chopo viejo!
Has caído
en el espejo
del remanso dormido,
abatiendo tu frente
ante el Poniente.
No fue el vendaval ronco
el que rompió tu tronco,
ni fue el hachazo grave
del leñador, que sabe
has de volver
a nacer.
Fue tu espíritu fuerte
el que llamó a la muerte,
al hallarse sin nidos, olvidado
de los chopos infantes del prado.
Fue que estabas sediento
de pensamiento,
y tu enorme cabeza centenaria,
solitaria,
escuchaba los lejanos
cantos de tus hermanos.
[…]
Chopo muerto.