Rescatan del olvido al mochuelo boreal

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Foto: Web Fundación Quebrantahuesos

Cuando los ojos de los millares de animales que moran en las montañas pirenaicas vencen ante el sueño tras la llegada de la oscuridad, las ramas de algunos abetos comienzan a moverse. El mochuelo boreal, quizás más conocido bajo el nombre de lechuza, comienza su jornada bajo la luz de la luna.

Y es que esta pequeña rapaz o es muy tímida o es muy suya, pero el caso es que no se deja ver mucho. No sólo por sus horarios complicados, sino también por su gusto por las alturas (habita generalmente por encima de los 1.700 metros), su preferencia por el invierno y la escasez de ejemplares que quedan en la actualidad. Tal es la clandestinidad en la que vive el mochuelo boreal que, incluso los ornitólogos, no sabían de su existencia en el Pirineo español hasta bien entrada la década de los 80.

Serían las intensas investigaciones desarrolladas en el monte pirenaico las que permitirían descubrir los dominios de un ave que mora en más de 30 territorios de Aragón desde finales de la era glacial. Una especie que llevaba millones de años contribuyendo a la riqueza del ecosistema pirenaico y que, en el momento de su descubrimiento, se encontraba ya a punto de desaparecer.

Por ello, el pasado año, sin ir más lejos, el Gobierno de Aragón y la Fundación para la Conservación de Quebrantahuesos (FCQ), realizaron una campaña de colocación de 30 cajas nido especiales en bosques pirenaicos para proteger a sus crías de los ataques de otras aves depredadoras y así conservar la especie.

Y los resultados parecen acompañar ya que su población ha aumentado en los últimos años y, por el momento, no se teme por su conservación. Medidas, en parte ayudadas, tanto por la protección que brinda el que todos los territorios registrados se encuentren en espacios protegidos por la Red Natura 2000, como por el descenso de los aprovechamientos de madera en la montaña.