Las trabajadoras del textil en Asia piden un salario digno

Portada campaña Salario Digno en Asia
“Me llamo Neelam. Tengo 40 años y los últimos 14 he trabajado en la industria de la confección. Soy originaria del distrito Bhagalpur, en el estado de Bihar, y llegué a la capital de mi país, Delhi, en 1994”.

Una historia, la de esta joven india, recogida en el informe, ‘Tejiendo Salarios Dignos en el Mundo‘, dentro de la Campaña por un Salario Digno en Asia, en inglés Asia Floor Wage, con la que se pone cara a la situación laboral de los empleados de la industria textil en ese continente.

“Durante estos 14 años he trabajado en muchas fábricas […] Nunca me han ascendido a un cargo superior. Al principio, se me contrató como trabajadora eventual con el fin de negarme las prestaciones sociales con las que debería contar. Gano sólo el salario mínimo establecido para ayudantes por el Gobierno estatal, que equivale a 56,21 euros al mes”.

Una cantidad que apenas le llega para vivir, tras pagar 17,5 euros al mes de renta por una pequeña habitación en Kapashera (barrio de trabajadores industriales), con un baño que debe compartir con otras 20 familias.

Neelam padece muchos de los problemas denunciados por el movimiento Salario Digno en Asia: un salario mínimo que no se corresponde con el coste de la vida y una fuerte discriminación por razón de género. Situaciones que derivan, según el informe, de la desregulación y la flexibilización laborales y las políticas orientadas a la exportación, que han dejado sin protección a mucha mano de obra en todo el mundo.

Asia Loor Wage denuncia que la realidad de las condiciones laborales en la industria de la confección está muy lejos del objetivo de lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), denomina ‘trabajo decente’, entendido como el derecho de toda persona a trabajar en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humanas. Pero lo sueldos que hoy en día perciben las trabajadoras y los trabajadores de la confección casi nunca son suficientes para garantizar una existencia digna.

El riesgo a la deslocalización, estaría, según se denuncia en el informe ‘Tejiendo Salarios Dignos en el mundo’, detrás de las condiciones laborales de los trabajadores y explicaría la poca efectividad de sus reivindicaciones ante el riesgo de que los grandes minoristas trasladen su producción a otra parte.

Por todo ello, líderes sindicales y activistas laborales de Asia se han unido, creando la Alianza por un Salario Digno, que agrupa organizaciones de India, Bangladesh, Camboya, Indonesia, Sri Lanka, Tailandia, China y Hong Kong, junto con ONG, sindicatos, grupos solidarios y humanitarios de Estados Unidos y Europa.

Entre sus propuestas, destacan las bases para un salario digno que cubra el coste de la vida de una familia normal de dos adultos y dos niños, clave para un modelo de desarrollo mejor y más sostenible, haciendo a las economías locales menos vulnerables a crisis económicas externas como la actual. Según Oxfam, una de las organizaciones integrantes de la campaña:

“La prosperidad compartida es buena para la inversión, mientras que la pobreza no lo es”.

Y es que el 60% de la producción textil mundial tiene lugar entre los Urales y el Pacífico. Pensemos en las grandes compañías que producen en la zona y que luego nos venden sus productos, ¿repercutiría un aumento de los salarios en su coste? Según los cálculos de Asian Floor Wage, de duplicarse los salarios, una camiseta de 20 euros pasaría a costar 20 céntimos más, ya que, afirman, el coste de los trabajadores representa entre un 0,5 y un 3% del precio de venta. ¿Y el resto? Para pagar a los intermediarios, la publicidad, el marketing y los accionistas.