Entrevista a Pablo Martínez-Martín, director científico de la Unidad de Investigación del ‘Proyecto Alzheimer’

Foto: Fundación Reina Sofía
Foto: Fundación Reina Sofía

Pablo Martínez-Martín es el director científico de la Unidad de Investigación del ‘Proyecto Alzheimer‘, de las fundaciones CIEN y Reina Sofía. Esta misma tarde participa en la jornada sobre ‘Innovación terapéutica y factores de protección frente a la enfermedad de Alzheimer‘. Hemos tenido la suerte de escuchar en primicia qué es lo que va a contar.

El 18 de enero de 2006, la Fundación Reina Sofía cedía a la Fundación CIEN los locales y equipamiento dedicados al ‘Proyecto Alzheimer’. Desde entonces es usted el director científico de su Unidad de Investigación. ¿Nos podría contar exactamente en qué consiste este proyecto?

Este proyecto es ya una realidad palpable. Ha mantenido el nombre de cuando todavía no estaba casi puesto en marcha y ahora tiene muchas realidades, como es el propio ‘Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía’, que está en Vallecas (Madrid). Dicho centro se compone de una Unidad de Investigación, de la que soy responsable, gestionada por la Fundación CIEN del Instituto de Salud Carlos III. La otra parte del complejo es la zona asistencial, creada tanto para pacientes ingresados como para los que están en centro de día. Además, existe un área de formación. Todo esto está gestionado por la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, a través de la Dirección General del Mayor.

Trabajan entonces en colaboración estrecha con la Comunidad de Madrid…

Exacto, entre ellos y nosotros existe un convenio para colaborar y para que los propios pacientes que están en la zona asistencial de este complejo sean también participantes en las tareas de investigación de nuestra unidad. Tenemos una muy buena relación y cooperación entre las dos partes.

Sigamos con las áreas de trabajo. Si he entendido bien, la unidad dispone entonces de 4 diferenciadas, una de investigación, otra zona asistencial, el centro de día y la de formación.

Exactamente, tenemos a unos 156 pacientes admitidos en régimen de residencia y otros 40 que están en el centro de día. Y en cuanto al área de formación se constituye por una serie de aulas y un auditorio principalmente.

Y suponemos que estas áreas interactúan entre sí con proyectos, actividades…

Muchísimo. Por ejemplo, los de la parte asistencial organizan con frecuencia charlas, conferencias, etc. Y nosotros, los de investigación, compartimos con ellos esa área y de forma constante tenemos lo que llamamos el ‘Programa de Formación Continuada’ de la unidad, que consiste en que traemos a un par de personas que saben mucho de un tema y durante dos o tres horas nos cuentan lo que están haciendo, los avances, etc.

También preparamos cursos sobre muchísimos temas, jornadas de trabajo con expertos, y cada año organizamos el ‘Simposium Internacional Avances en Alzheimer’. Es un encuentro que se realiza el Día Mundial del Alzheimer, (habitualmente el 21 de septiembre) y que todos los años preside la Reina acompañada de algunos ministros o ministras. Así que, como ves, está muy activa esa parte de formación.

En cuanto a la parte asistencial, quería saber qué proyectos tienen ustedes ahora mismo en marcha con los pacientes…

Te voy a contar lo que nosotros llamamos ‘nuestra tarea rutinaria’. Los especialistas de las unidades asistencial y de investigación (neurólogos, psicólogos, psiquiatras, neuropsicólogos, sociólogos, geriatras, etc), todos juntos crearon, cuando empezó a andar el complejo (allá por el último trimestre de 2007), un protocolo de evaluación de los pacientes.

Así, de forma sistemática, a todos aquellos que dan su consentimiento, cada seis meses se les revisa desde el punto de vista geriátrico, neurológico, psiquiátrico, sociológico, neuropsicológico, etc. Y toda esta información pasa a una base de datos que va creciendo considerablemente cada seis meses.

Al mismo tiempo que se hace esto y también dos veces al año, se les saca sangre para su análisis rutinario pero también para continuar con nuestras investigaciones. Siempre bajo su permiso, se les hace además una resonancia magnética.

Además, una alta proporción de pacientes han donado su cerebro para que se estudie después de su muerte. Así que imagina lo que se va acumulando aquí de material cerebral, neuroimagen, sangre… Todo esto nos da muchísimos datos para trabajar.

¿Cómo pueden acceder enfermos interesados a estos protocolos que ustedes aplican?

Nosotros realizamos estos protocolos tanto a los pacientes del centro de día como a los ingresados en la residencia, pero el acceso aquí es por riguroso orden de la lista de espera de la Comunidad de Madrid. Es decir, la gente que está esperando que se le conceda una residencia para ingresar o ser atendido en el centro de día,  podrá acceder por riguroso orden.

¿Con algún requisito especial?

Sí, la única condición es que tengan una demencia, es decir, que no es un centro en el que tenga cabida cualquier tipo de discapacidad sino que nos centramos en demencias y en general neurodegenerativas: Parkinson, cuerpos de Levy, demencia de tipo frontal y fundamentalmente Alzheimer.

Me gustaría saber de todos los proyectos que tienen ahora mismo en marcha, ¿cuál es quizá el más destacado?

Se está desarrollando un gran proyecto que se está haciendo con personas voluntarias que actualmente no tienen trastornos cognitivos y que han querido participar en este estudio.

Llevamos poco más de un mes y hemos visto a unos 50 individuos. Queremos llegar en el primer embate a los 200 con la intención de tener finalmente 1.000 para seguir durante seis años, aunque para ello necesitamos mucho dinero para poder seguir adelante.

Se trata de un programa de detección precoz, y es quizá el más gordo por su envergadura. Es un estudio que si logramos la financiación va a tener a la unidad ocupada entera durante 6 años y con mucha tarea por hacer. Pero con unas perspectivas de sacar unos resultados interesantísimos muy grandes.

Me ha comentado que para este proyecto cuentan con muchos voluntarios de fuera que han querido participar de sus estudios. ¿Han encontrado sin problema suficientes o han tenido que incentivarles de alguna manera para que participaran?

Lo que hicimos fue una pequeña campaña de publicidad del proyecto pidiendo que viniera gente de determinadas características (70- 85 años de edad y sin problemas cognitivos) y la respuesta ha sido magnífica. ¡Tenemos una lista de espera de más de 150 personas!

Así que existe mucha solidaridad frente a este tema…

La verdad es que enorme, por lo menos en nuestro caso, a las personas a las que les hemos expresado qué pueden hacer y su utilidad para un objetivo de este tipo, han respondido muy bien. He de decir que si este proyecto está en marcha es gracias a la aportación financiera que hizo AFAL a la Fundación Reina Sofía y que a su vez nos fue remitida para poder empezar este gran proyecto.

Un proyecto de mucho peso, pero me comentaba que no es el único, tienen muchos frentes abiertos, ¿verdad?

Sí, también tenemos algún proyecto de innovación con tecnología avanzada, con intervención de robots en la terapia y en la vigilancia de los pacientes. También hay una ‘escala de apatía’ para pacientes con demencia grave, que hasta ahora no había y que esta empezando a escribirse ya el manuscrito para publicarlo…

Y luego claro, si hablas con laboratorio de anatomía patológica, ellos tienen a su vez un montón de proyectos: desde detección de proteínas anormales en el cerebro o en sangre, estudios sobre características especiales de determinadas neuronas, temas genéticos y un largo etc.

Y de todos estos campos de investigación, ¿usted por dónde cree que se encuentran las causas del Alzheimer?

Hoy día parece claro que unos determinados casos vienen condicionados de forma genética de una manera evidente, es decir, que el que tiene la mutación en un determinado gen, va a tener la enfermedad sí o sí. Lo que pasa es que ese grupo de pacientes es muy escaso, en muchas series no llegan casi ni al 1%.

La inmensa mayoríade los enfermos son casos que denominamos esporádicos. Y ahí lo que se piensa es que debe haber una interacción entre una predisposición genética que se une a una serie de factores a lo largo de la vida que pueden ser ambientales, tóxicos… y que pueden hacer que esa predisposición genere la enfermedad o no. Pensamos que la clave está en ese juego entre genética y predisposición. Y luego naturalmente un factor a tener en cuenta y que es ineludible es el envejecimiento, sobre todo a partir de 65 años.

Sí, aunque también hemos oído casos de Alzheimer a edades más jóvenes…

Pero por lo menos el 60% de esos casos vienen por una clara predisposición genética, una historia familiar abundante… No es lo normal.

Está usted invitado esta misma tarde a la jornada sobre innovación terapéutica y factores de protección frente al Alzheimer.  ¿Cuáles son esos factores?

Lo que yo voy a contar esta tarde son fundamentalmente dos cosas: la primera es que hay unos factores de riesgo, algunos los podemos modificar y otros no. Lo que no podemos cambiar son la edad y la familia. En este sentido, si existen antecedentes familiares genéticos, por mucho que uno quiera no lo vamos a poder cambiar, por lo menos de momento.

Así que el primer paso para la prevención es actuar sobre aquellos factores que sí que son modificables de riesgo. Por ejemplo, la hipertensión arterial, que se piensa puede ser un factor muy implicado en esto, la alta ingesta de calorías y grasas, el abuso de alcohol…

Es importante ese paso preventivo de evitar o neutralizar factores de riesgo. Y luego el segundo paso es promocionar los factores protectores.

¿Y cuáles serían esos factores protectores?

Pues, por ejemplo, el aumento de la reserva cognitiva, que va desde la educación que uno puede haber tenido desde niño hasta el mantenimiento de una actividad intelectual o mental suficiente incluso en fases avanzadas de la vida. El aprendizaje continuo, el contacto social, las redes sociales, cierta actividad física regular… Todo eso se aconseja porque pensamos que además es bueno para la salud general, por tanto para el cerebro.

También hay unas vitaminas que se han estado mirando porque podrían estar implicadas en algunos procesos de mantenimiento del tejido nervioso en mejores condiciones. Por ejemplo, la vitamina B6 o la B12, que están propuestas como agentes protectores en la dieta. También la C y la E como antioxidantes, la dieta mediterránea, los ácidos grasos Omega3, el consumo de pescado…

Entonces, ¿se podrían perfectamente “aplicar” esos factores a la vida cotidiana de paciente o persona de la calle para prevenir la enfermedad?

Lo que se aconseja es aplicarlos pero todavía desde el punto de vista de la salud general, es decir, que si yo recomiendo a alguien que haga ejercicio físico regular, que siga una determinada dieta, etc., lo estoy haciendo desde el punto de vista de que es beneficioso para muchas cosas, para la salud en general y puede que también para esto. Pero no se puede empezar un programa preventivo basado en esto porque no hay evidencia científica que demuestre todavía que esto tenga que ver con estas enfermedades.

Madrid acogerá el 22 y 23 de septiembre de 2011  la cumbre Global Alzheimer s Research Summit, un espacio de encuentro tanto para científicos provenientes de la investigación básica, clínica y sociosanitaria, como para familiares y afectados de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. ¿Qué actuación tendrá su unidad en este encuentro?

Es un encuentro que junta la investigación biomédica con los aspectos de investigación y de aplicación sociosanitaria. Nosotros, como la unidad que somos de investigación que actualmente tiene la Fundación Reina Sofía (que es una de las implicadas y protagonistas principales de este encuentro), estamos implicados a nivel del comité científico (del que yo formo parte).

Pero el protagonismo se va a ceder a personas con una enorme experiencia y reconocimiento internacional. Vendrá gente de otros países, premios nobel… La aportación de la unidad será presentar nuestros estudios en marcha. Haremos aportaciones del tipo de póster o comunicaciones orales sobre los proyectos que llevamos aquí.

En un encuentro de esta magnitud, ¿piensa que puede salir algo relevante, algún avance que se de a conocer entonces?

En eso soy un poco escéptico. Normalmente la gente que tiene algo muy importante que comunicar lo publica en revistas y entonces se entera todo el mundo y es como un ‘pelotazo’. Ahí es donde suelen aparecer esas cosas.

Pero esto no quita para que en un congreso, un simposium, a nivel de las comunicaciones que se suelen hacer a través de póster, las comunicaciones orales, con muchísima frecuencia se obtienen nuevas ideas para trabajar en lo que está llevando a cabo o en algo que no se le había ocurrido hasta entonces.

Y ahí sí que suele ocurrir que ves lo que ha hecho uno y de repente se te abren a ti nuevas vías de investigación.

Y luego claro, oír de forma directa y poder preguntar y hablar con individuos de increíble categoría intelectual y profesional y entender cómo han trabajado y cómo interpretan las cosas, pues es una oportunidad que también es muy importante. Mucho es lo que se dice en el púlpito cuando está uno hablando, pero también lo que se dice en los pasillos o tomando un café con ellos.

¿Y no surgen alianzas para trabajar en proyectos diferentes o entre investigaciones de diferentes países?

Hoy en día todo el mundo trabaja en ciencia en equipos. Cada uno de los miembros de mi equipo está trabajando con otros 5 grupos diferentes que están en otras partes. Y luego, además, hay cooperaciones internacionales: de repente te llaman de un proyecto en algún país vas formando parte de sus estudios. Eso es la orden del día en lo que hacemos. Y sin eso no se va a ningún lado.

¿Cree usted que España ocupa un lugar relevante en cuanto a investigación sobre Alzheimer?

Digamos que lo va ocupando, pero todos estamos un poquito insatisfechos. Nos gustaría a todos, e incluyo a los investigadores tanto básicos como clínicos como de investigación aplicada, llegar a más.

Aunque por otra parte, te puedo asegurar que las autoridades están interesadísimas en empujar estos proyectos y esta capacidad que tenemos en España para investigar. Se han tomado muy en serio el reto de la investigación contra el Alzheimer. Desde el propio director del Instituto de Salud Carlos III, hasta los ministerios implicados.

Y de hecho estamos implicados en una cosa que se llama el ‘Joint Programming‘ sobre enfermedades neurodegenerativas y Alzheimer de la Unión Europea y ahí estamos muy bien representados y queremos además hacer un buen papel. Y para eso decir que los políticos están a nuestro lado en esta tarea.

¿Y esto se traduce en subvenciones adecuadas?

Estamos en un mal momento para que esto se note mucho, pero sí es cierto que también están intentando hacer todo lo que pueden en ese sentido. El apoyo existe, y con lo que hablábamos de la cumbre del 2011 puede ser una buena ‘excusa’ para obtener fondos extra para investigación puesto que así se ha pactado. Es un gran acontecimiento a nivel estatal donde las aportaciones que se hagan a este consorcio que se ha creado para el 2011, desgravan de impuestos a los que hagan donaciones, por lo que pensamos que se puede liberar cierta cantidad de dinero que irá para investigar en enfermedades de Alzheimer y otras demencias.

Por último, ¿quién conforma ese consorcio del que me habla?

La Fundación Reina Sofía, la Fundación Pasqual Maragall, los ministerios de Hacienda, Sanidad y Ciencia e Innovación. Así que como verás por falta de interés no va a ser.