Entrevistamos a Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes

Fotos: Jorge Villa
Fotos: Jorge Villa

Meritxell Tizón, nuestra compañera de Servimedia y coordinadora de la revista Pacientes, ha entrevistado a Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Hemos recuperado su conversación con el que ha recogido el, hasta ahora, último Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Cuando Rafael Matesanz se hizo cargo de la dirección de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), nuestro país se encontraba en la parte media-baja de Europa en número de donaciones. Veinte años después, la situación ha cambiado y nuestro país es líder mundial en esta materia. En reconocimiento a una labor que cada año salva miles de vidas, la ONT ha sigo galardonada, de forma conjunta con la Transplantation Society (TTS), con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Matesanz nos explica en esta entrevista la trayectoria del modelo español de trasplantes, que es referente mundial.

¿Cómo valora este reconocimiento?

Es muy positivo, sobre todo porque reconoce una trayectoria de 20 años de toda la organización y de todo el Sistema Nacional de Trasplantes. Pocas cosas hay más colectivas en sanidad que los trasplantes, porque necesitan de una serie de actores muy diversos, desde el donante a la familia, pasando por el coordinador, los cirujanos, los clínicos… Y este galardón lo que hace es premiar a todos los que de una u otra forma hemos colaborado en el desarrollo del sistema español de trasplantes, que no en vano es la joya de la corona de la sanidad española.

En este premio, ¿ha influido la aprobación de la directiva europea de trasplantes?

Sí, sin duda la aprobación de la directiva europea ha sido un paso fundamental. Hay que tener en cuenta que en los 27 países que forman la UE están algunos de los pioneros en trasplantes, como es el caso de Francia o el Reino Unido.

Que estos países acuerden adoptar una directiva que en gran medida está basada en el modelo español, y que todo se haga en un tiempo récord, ha sido un triunfo muy importante. Probablemente la aprobación de la directiva ha sido la empresa más difícil a la que se ha enfrentado la ONT en toda su historia. Ha sido un éxito muy grande y ha influido, sin duda.

¿Qué va a implicar esta directiva?

Primero, que los 27 países de la Unión, que hasta ahora estaban poco coordinados, trabajen juntos. Cuando tanto la directiva como el Plan de Acción estén en vigor –la directiva tardará dos años y el plan de acción cinco– se creará un espacio común en materia de trasplantes y  la mayor organización de trasplantes de todo el mundo.

Esto va a afectar a 500 millones de personas y va a permitir que una persona que reciba un trasplante en Suecia, España o Rumania, lo reciba con las mismas garantías y, sobre todo, que se mejoren los índices de donación, que en estos momentos son escandalosamente dispares y oscilan entre los 34 donantes por millón de habitantes de España, y los uno o dos de Bulgaria y Rumanía. En un espacio común como la Unión Europea es inadmisible que haya esas diferencias. En consecuencia, tenderá todo a igualarse y a alcanzar cifras más parecidas a las de España que a la media actual de la Unión.

¿Cómo llegó usted a la nefrología y a la ONT?

Primero me hice especialista en Medicina Interna. En aquellos tiempos, los años setenta, la nefrología era una de las especialidades más atractivas porque era la única rama de la medicina en la que existía una máquina para sustituir la función del riñón, que era la diálisis, y en la que ya había trasplantes. Por eso elegí la nefrología y, dentro de este campo, evidentemente el trasplante era una de las parcelas más atractivas.

Me dediqué bastantes años a la diálisis y a dializar enfermos en sus domicilios. También trabajaba en materia de trasplantes. Llegar a la ONT fue bastante más posterior, en 1989. Me propusieron que pensara cómo se podía organizar el tema de la donación en España y pensé que las cosas que hacíamos en el hospital en el que yo trabajaba, el Ramón y Cajal, eran transmisibles a otros y que eso realmente podía mejorar la situación global en España. Así empecé y las cosas fueron saliendo bien poco a poco.

¿A qué se debe el éxito español en materia de trasplantes?

Yo siempre explico que es consecuencia de un trípode. Por una parte, depende de la población, que es la que dona y eso no se puede olvidar. Si la gente no donara por el motivo que fuera, por ejemplo porque no confiara en el sistema, todo esto se vendría abajo. En segundo lugar, se debe a que tenemos un buen sistema sanitario que, además, cubre a toda la población, porque no se puede pedir a la gente que done si no va a recibir en las mismas condiciones.

En tercer lugar, se debe a un sistema organizativo, a un modelo de gestión, que es la ONT, muy riguroso y totalmente innovador. No existía antes de que nosotros lo creáramos en España y tiene un desarrollo muy sólido. La donación no sube y baja dependiendo de los años. La ONT ha ido intentando solucionar todos los problemas con los que pudiera enfrentarse la donación y el resultado después de 20 años es éste. En realidad, lo que intenta hacer es favorecer la donación desde todos los puntos de vista posibles: la formación o los puntos de vista económicos u organizativos.

¿Cuántos trasplantes se hacen anualmente en nuestro país?

Cada año aumenta el número de trasplantes igual que aumenta la población. El año pasado superamos los 4.000 y esto quiere decir que cada día hacemos alrededor de entre 12 y 15 trasplantes. La mayoría, más de la mitad, son renales. Luego, en orden descendente, están los trasplantes de hígado, de corazón, de pulmón y de páncreas.

¿Cómo se le pide a un familiar que done?

Es muy complicado y, además, cada familia reacciona de una forma distinta. No hay una metodología única para hacerlo. Los coordinadores que más experiencia tienen, que son los de Alicante, que prácticamente no tienen ninguna negativa, dicen que hay que hablar mucho con el familiar y, sobre todo, saber escuchar. La gente tiene la idea, derivada un poco de las series de televisión, de que simplemente llega el médico y pide a los familiares que donen, de forma directa. Y eso es exactamente lo que no se debe hacer.

No se deben pedir los órganos en un pasillo, hay que hacerlo en unas condiciones cómodas y estables. Hay que explicar primero a la familia lo que es la muerte cerebral, que su familiar está muerto. Éste es un paso muy importante y nada fácil, porque la gente no entiende que una persona con el corazón latiendo es un cadáver.

Después, hay que hacerles ver que realmente después de la muerte se pueden salvar otras vidas. Hay que lograr empatía, pero es difícil. Yo he pedido bastantes órganos y depende mucho de cómo esté la familia. Algunas se cierran por completo. Es un momento muy difícil para ellos, ya que acaban de perder a un ser querido y prácticamente son impermeables, acaban por no escuchar absolutamente nada. 

Las personas que llevan a cabo esta tarea tendrán que recibir una formación específica previa…

Sí. Esta es una de nuestras labores fundamentales: formar a los profesionales. Hay gente que puede tener más facilidad, más empatía para todo esto, eso es evidente, pero desde luego nadie nace sabiendo. Una de las bases del sistema organizativo español es que dedicamos muchísimo esfuerzo formativo a mucha gente.

Desde el año 90 en que empezamos a formar hasta ahora han pasado por los cursos cerca de 10.000 profesionales de todo tipo, desde médicos y enfermeros hasta jueces o periodistas. Esto es muy importante para entender por qué ha triunfado el modelo y la organización. Porque la ONT hoy día es una especie de sello común, de franquicia, que acoge a miles de profesionales y todos, en cualquier hospital, a la hora de conseguir una donación, se consideran parte de la ONT. Y realmente lo son. Ahí es donde recae probablemente el mayor éxito de todo este sistema a lo largo de estos 20 años.

A pesar de todo, la donación sigue siendo insuficiente…

Sí, siempre es insuficiente. La gran cruz de los trasplantes es que la oferta es la que genera demanda y ésta puede seguir creciendo indefinidamente. Cuanto más trasplantamos, más candidatos surgen. En consecuencia, la demanda no deja de crecer.

Si en España tuviéramos el doble de donantes tendríamos el doble de trasplantes. Ésa es la cruz de los trasplantes, que son un poco víctimas de su éxito. De hecho se da la circunstancia curiosa de que los países que tienen menos lista de espera son los que menos trasplantan, porque los médicos no introducen en lista a un paciente si no tiene esperanza de conseguirlo. En España hay una lista de espera que sigue siendo amplia porque realmente al tener mucho órgano disponible, se introduce a más gente. Es una paradoja, pero es así.

La posibilidad de lograr órganos a medida, ¿está cada vez más cerca?

Desde el punto de vista teórico, sí. Pero desde el punto de vista clínico no está tan cerca, aunque creo que estamos en la línea correcta. Es una vía de futuro tremenda. Con respecto a cuándo se aplicará en humanos, es difícil de saber porque hacer un experimento de estos en una persona es muy complicado. Cuando uno hace algo de este tipo, y es una experiencia en la que le va la vida al paciente, tiene que saber que el enfermo tiene, cuanto menos, las mismas garantías que con un trasplante estándar.

Será difícil llegar a ese punto, pero los más optimistas calculan que en una década se harán las primeras experiencias en humanos. Yo creo que, de todos los caminos que se han investigado, que ha habido muchos, es el más sólido. Pero es difícil predecir cuándo se aplicará en pacientes.

El tráfico de órganos continúa siendo un problema en todo el mundo. ¿Cual es la situación en España?

En España ese problema no existe. Sería absurdo que existiera porque este país es una especie de isla dentro del conjunto mundial de trasplantes. No es la única, ya que hay otros países que realmente tienen sistemas potentes de trasplantes y también son islas. En el contexto mundial, la escasez es enorme. Teniendo en cuenta que al año se hacen unos 100.000 trasplantes y que el número de pacientes no es inferior al millón, recibe un órgano menos del diez por ciento de la gente que lo necesita. Esto es un caldo de cultivo tremendo para la comercialización, muy abierta, en grandes zonas del mundo. Además, se une a la desigualdad de riqueza entre países, que propicia ese tráfico.

¿Qué retos se plantea como director de la ONT?

El mayor objetivo es seguir incrementando la donación de órganos, algo que no es fácil. Primero, porque nadie ha llegado a nuestras cifras y, segundo, porque el cambio epidemiológico en nuestra sociedad es muy grande y afortunado, en el sentido, por ejemplo, de la reducción de la siniestralidad vial. Si no hubiéramos evolucionado hacia otras formas de donación, en estos momentos estaríamos en una crisis muy profunda.

Cuando empezamos, el 50 por ciento de los donantes eran fallecidos por accidentes de tráfico, mientras que hoy no son más que un ocho por ciento. Se ha producido, por tanto, un cambio total. La ONT tiene que irse adaptando a nuevas circunstancias y seguir aumentando la donación por otras vías: aumentar la donación de vivo, etc. Es decir, trabajar en todas las vías que hagan posible que sigamos disponiendo de la mayor cantidad de trasplantes para todo el mundo. El objetivo es seguir como ahora, que el español que necesite un trasplante tenga las mayores posibilidades de conseguirlo. Ésa es nuestra única razón de ser, nuestro objetivo social.