‘Metadiscapacidad’: el voluntariado entre las personas con discapacidad

Una persona con discapacidad en su lugar de trabajoEstamos en el Año Europeo del Voluntariado en el que se pretende, entre otras cosas, incentivar esta labor que ya realizan el 18% de los españoles. Las personas con discapacidad tradicionalmente han sido beneficiarias del voluntariado, pero este año van a tomar un papel activo al respecto y, a través del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), recibirán formación para ser voluntarios.

De pronto, se me ocurre acuñar el término de ‘metadiscapadad’ porque me parece muy interesante que personas que han recibido una ayuda «equis», puedan contribuir con su experiencia a apoyar a otra persona con la misma discapacidad o incluso con otra. ¿Quién mejor que nosotros para empatizar con la persona que hoy nos necesita y mucho más si hemos sido beneficiarios de la solidaridad ajena?

La idea del Cermi tiene un potencial asombroso: poner en marcha programas piloto para que personas con discapacidad “con procesos exitosos de inclusión social den soporte voluntariamente a otras personas con discapacidad”.

El objetivo que persigue esta iniciativa no es otro que favorecer la participación social de las personas con discapacidad y hacer efectivo el derecho a ser incluido en la comunidad recogido en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Y es que, coincidiendo con la celebración este en estos momentos del Año Europeo del Voluntariado, no es baladí el dato de que las personas con discapacidad seamos casi un 10% de la población y podamos, por fin, transformarnos de personas destinatarias de acciones de voluntariado en agentes promotores, contribuyendo así a extender la pulsión solidaria en la sociedad.

Sostiene el Cermi que:

“Tradicionalmente, el sector de las personas con discapacidad ha sido uno de los principales receptores de acciones voluntarias por parte de la ciudadanía solidaria, realidad que hay que mantener y aumentar, como elemento dinamizador del cambio social que precisa esta parte de la población para alcanzar cotas aceptables de ejercicio de derechos y de inclusión social”.

En este sentido, la entidad afirma que:

“El año europeo debe orientarse, en el ámbito de la discapacidad, a favorecer y estimular la pulsión solidaria entre las propias personas con discapacidad para que éstas se sumen crecientemente a las acciones de voluntariado como protagonistas activos, que apoyen a otras personas con discapacidad o de otros sectores sociales vulnerables en la mejora de sus condiciones de vida y de ciudadanía”.

Por mi parte, nadie me ha tenido que ayudar hasta ahora, pero si es cierto que en determinadas ocasiones con un trastorno bipolar, especialmente en las bajadas, en esas depresiones que uno padece donde se apaga el mundo, donde todo pierde su color y casi todo carece de sentido, me habría venido bien una mano amiga, una voluntaria o voluntario que me acompañara y me insuflara el coraje necesario para enfrentarme a esa nueva realidad lúgubre que se presenta después de las euforias.

En este sentido, aunque no sé cuándo podré hacerlo, sí me gustaría presentarme voluntaria a mi propio colectivo, el de la enfermedad mental, y brindar mi apoyo, mi experiencia, la alegría que me caracteriza y mensajes positivos para consolar y ayudar a otros que como yo, en esos momentos tan duros, necesiten una amistad, una palabra de aliento, el apoyo tan necesario en los momentos de máxima obscuridad.