Científicos españoles, pioneros en investigación sobre enfermedades apícolas

Foto de una abeja posada en una florA veces temidas pero muy necesarias. Así son vistas las abejas por los humanos. Este pequeño insecto es uno de los encargados de la polinización de nuestras cosechas, además de la producción exclusiva de manjares como la miel o la jalea real. Tanto valor tiene para la agricultura, que hasta un 35% de la elaboración de productos para el consumo depende de ellas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).

Desde el año 2004, la población apícola comenzó a desaparecer a pasos agigantados, provocando graves consecuencias económicas para los apicultores de España, el primer país productor de miel en la Unión Europea.

¿Y a qué se debía esta drástica reducción del número de abejas? Para todos era un misterio, hasta que investigadores españoles, en concreto del Centro Apícola Regional de Marchamalo (Guadalajara), dieron con la clave.

El enemigo de las abejas era un parásito llamado nosema ceranae, que llegó a las colmenas europeas procedente de Asia, para alojarse en las células de estos insectos, provocando una enfermedad conocida como nosemosis.

Tanto es el daño causado por el parásito que el coordinador del laboratorío de patologías del Centro Apícola, Mariano Higes, valora el descenso en un 40% anual, aunque «estamos trabajando en la actualización de los censos para hacerlos más fiables».

Precisamente, este espacio dedicado a la investigación fue el primero en el mundo en dar la voz de alarma, relata Higes, lo que le reportó un status de centro de referencia internacional sobre estas cuestiones.

Si hasta entonces trabajaban en labores de investigación centradas en la producción apícola o en enfermedades comunes, “es con la detección del nosema en las abejas europeas en 2005 cuando adquirimos esta importancia internacional”.

Gracias a este hallazgo, han firmado acuerdos de colaboración con centros agrarios de todo el mundo, como el Laboratorio Veterinario Central de York, demostrando un alto nivel científico, a pesar de los «pocos medios humanos y económicos» con los que cuenta, añade Higes.

Una vez estudiada la evolución de la nosemosis, sus pasos se están dirigiendo a la eliminación de la enfermedad. “Mediante profilaxis, limpiezas exhaustivas con productos naturales, como aceites o ácidos orgánicos, pretendemos atajar un problema que es dificil percibir a simple vista” asegura el investigador.

El proyecto Cleanhive

En esta línea de investigación, el Centro también ha trabajado en el proyecto «Cleanhive«, que cuenta con financiación de la Unión Europea. Se trata de la elaboración de un kit de detección, similar a los test de embarazo. Con este metodo, el apicultor podrá determinar rapidamente si sus abejas padecen la enfermedad o no.

La ardua tarea del Centro Apícola para curar estas enfermedades con productos naturales quedará reflejada en la tesis doctoral que están realizando los cientificos manchegos.

Y ya de cara al futuro pretenden lograr el control completo de la infección de nosemosis y seguir dotando al Centro de Marchamalo de las más modernas técnicas de diagnóstico, que les mantengan a la cabeza en la investigación apícola a nivel mundial.