Para afrontar la enfermedad de Parkinson de la mejor manera es importante adoptar unos hábitos saludables. Esto incluye alimentación, rutinas diarias y, por supuesto, también ejercicio físico. Según aseguran los expertos, realizar con regularidad determinados ejercicios aeróbicos puede ayudar a los pacientes a ralentizar el avance de esta enfermedad. Si bien hay actividades físicas de otro tipo que también resultan positivas, las aeróbicas cuentan con esa particularidad de contener hasta cierto punto el progreso del párkinson.
Los factores tróficos y las proteínas que se liberan en el cerebro cuando hacemos esta clase de ejercicio nos ayudan a mantener en forma nuestro cerebro. Así es cómo podemos combatir uno de los síntomas más drásticos de la enfermedad, la demencia. Por eso es fundamental no caer en el sedentarismo, intentar mantenernos activos, establecer un calendario semanal de tareas y realizar esfuerzos por cumplirlo.
¿Qué tipo de actividades son recomendables? Caminar a un ritmo acelerado durante 45 o 60 minutos o utilizar una bicicleta elíptica son buenas ideas. Eso sí, si no estamos acostumbrados al ejercicio, conviene empezar poco a poco e ir a más progresivamente. Debemos buscar aquellas modalidades que nos gusten y nos satisfagan; y en cuanto vayamos tomando hábito, buscar siempre mejorar nuestras marcas e ir un poco más allá.
Si optamos por caminar a ritmo acelerado, es vital poner mucha atención en la postura: que sea correcta, con la espalda erguida y una separación adecuada entre los pies. Si el paciente tiene algún problema de equilibrio y tiene que caminar sin compañía, podemos buscar zonas en las que siempre tenga cerca una pared o punto de apoyo. También es interesante pedirle que sea consciente de sus gestos con brazos, piernas, cuello, torso…
Pero sobre todo, recuerda que el ejercicio aeróbico no es suficiente por sí mismo. Llevar un estilo de vida sano y activo cada día, en la medida de nuestras posibilidades, es la mejor manera de estar en forma tanto física como mentalmente.