¿CO2 bajo tierra?

Foto: Greenpeace
Foto: Greenpeace

Sabemos que el dióxido de carbono hace daño, mucho daño: destruye el planeta que nos da cobijo y también nuestra salud. En diciembre tendrá lugar en Polonia la Cumbre Mundial sobre el Clima, de la que tendrá que salir un nuevo tratado de reducción de emisiones para dar relevo al de Kioto, que caduca en 2012.

Las autoridades públicas le dan vueltas y vueltas al tema: ¿Qué hacemos con el dañino gas? Mientras, las industrias se acogen al pago por derechos de emisión y, aunque en cierto modo es una manera de controlarlas, si hay dinero seguirá ensuciándose la atmósfera.

Vueltas y más vueltas y, tras una nueva pregunta, surge una respuesta: guardemos el dióxido de carbono en el subsuelo. Con este objetivo se han puesto manos a la obra más de setenta entidades públicas y privadas del ámbito industrial, universitario e investigador junto a varios ministerios españoles –como Medio Ambiente y Ciencia e Innovación-, los cuales se han unido bajo la denominación “Plataforma tecnológica española del CO2”.

Éstos impulsarán técnicas de captura y almacenamiento bajo tierra del dióxido de carbono en este país. Así, se prevé que España tenga una planta experimental operativa en León para 2010.

“El confinamiento geológico del CO2 consiste en la inyección de este gas en depósitos naturales de petróleo, gas o carbón ya  agotados, y permitiría quitar de la circulación hasta un 90% del emitido»,

explican.

La intención es buena ya que quieren buscar una alternativa, una “solución complementaria” al ahorro energético y al uso de renovables, pero ¿será la más adecuada?

Al respecto, la voz de los ecologistas se levanta como un trueno amenazador: “estafa” con consecuencias “nefastas” para el medio ambiente. Bajo el título «Falsas esperanzas: por qué la captura y almacenamiento de carbono no salvará el clima», Greenpeace ha presentado un estudio contrario a la técnica.

A su juicio, es una práctica «arriesgada» ya que «incluso niveles de fugas muy bajos podrían minar cualquier esfuerzo para mitigar el cambio climático, y entraña riesgos significativos en materia de responsabilidad civil».

La lucha contra el cambio climático pasa, para Greenpeace, por reducir las emisiones de CO2 mediante eficiencia y renovables, «y no a través de falsas soluciones como la energía nuclear o la captura de carbono».

No sabemos cuál es la solución al respecto, por lo que daremos un voto de confianza tanto a las autoridades, como a las industrias y a los ecologistas, pero nosotros no debemos olvidar que, cada uno, desde su propia actuación personal en casa, en la calle, en el trabajo, en cualquier sitio tiene mucho que hacer por el bienestar del planeta.